Mientras los tristes personajes del drama llamado Gürtel siguen girando y girando sobre el escenario con asonada inesperada de tres caciques provinciales, la actualidad abre espacios para otras «menudencias», como la crisis económica, el desempleo o los presupuestos de crisis, por fin un síntoma de que los burócratas asumen que tienen problemas para pagar la nómina de los funcionarios. En otros planetas satélites, como en el del fútbol, también se viven ciclos inciertos y caóticos. Las dudas y las deudas asolan a los grandes clubs y, cómo no, también al Valencia CF y al Villarreal, adscritos a la teoría matemática del caos: contando con sobrados elementos para mantenerse absolutamente inestables se muestran inexplicablemente estables y, de forma totalmente aleatoria, viceversa. De locos. Fernando Roig, presidente del Villarreal, ha logrado acumular una importante deuda, situada en el entorno de los 240 millones de euros, cuyo único respaldo son los buenos resultados que pueda obtener el equipo. Sin más. Sin embargo, la suma de esta deuda con la última posición de la tabla que ocupa hoy el Villarreal, es decir, en situación de descenso, se antoja explosiva. Y aunque ciertamente falta mucho, muchísimo, para el final de la Liga, hay a quien se le aparece en sueños la pesadilla del descenso a 2ª división, un escenario no por improbable menos letal para un club endeudado por encima de sus posibilidades reales. En sólo un ejercicio, el Villarreal ha pasado de representar un (falso) ejemplo para otros clubs, a notar en su cogote el frío aliento de la bancarrota. Aún le resta suficiente margen de tiempo para revertir su situación y salvar los muebles, pero el abismo sigue ahí.

No mejor se encuentra la salud del Valencia SAD, sobre la que ya han corrido gigalitros de tinta y no es mi intención añadir muchos más. Superada la resaca de la ampliación, con apoyo social y «revival» de la Fundación incluidos, la dura realidad recupera el primer plano. El club no ha rebajado ni uno solo de los serios problemas financieros con los que convive desde hace unos años, en los cuales cada presidente ha ido añadiendo su granito de arena. Los cerca de 550 millones de euros adeudados en la actualidad pesan como un baldón sobre su solvencia, lo cual a su vez impide a la SAD retomar su gran proyecto y vía de de escape hacia el futuro, la construcción y posterior explotación del nuevo estadio. Las pensativas idas y venidas en la soledad de su despacho de Manuel Llorente no encuentran respuesta al «problema». Sí, es urgente la venta inmediata del solar del viejo Mestalla por no menos de 250 millones de euros para saldar la deuda con Bancaja y recuperar capacidad de crédito con la que acceder a financiación fresca y con ella rematar el nuevo Mestalla, pero ¿dónde encontrar un comprador? Ya no quedan pipiolos que firmen tal operación si se tiene en cuenta que, por ejemplo, el inversor árabe y millonario que compró el Manchester City hace un año pagó la mitad de esa cifra por el club y su nuevo estadio... En fin, una misión, la venta del solar, casi imposible en estos momentos de crisis a todos los niveles, incluido el político.

En la mente de todos se sucede una y otra vez, como una película sin fin, la solución en apariencia más a mano y factible: que Bancaja se quede con las parcelas de la Avenida de Aragón a cambio de la condonación de la deuda del club (240 y cincuenta más con los de Calabuig). Pero Bancaja no dispone ahora del resuello y la autonomía suficientes para emprender semejante «viaje». Antes era la Generalitat quien forzaba sus servicios financieros al Valencia. Ahora es el Banco de España quien hace lo posible para que reduzca sus riesgos en vez de aumentarlos. En todo caso, en 2011 vence la deuda y la ejecución será en ese momento un hecho, pero hasta entonces quedan muchos intereses por cobrar y el Valencia es un diligente pagador... Ni siquiera la venta de Villa y Silva serviría en estos momentos para otra cosa que no fuera cubrir las pérdidas de un par de años, el chocolate del loro. Lo que tan negligentemente ha sido gestionado y alegremente consentido durante años no puede tener una solución fácil. Malos tiempos para la lírica, pero ahí estamos. ¿No es bastante caótico todo?

Ruido de moquetas

GISBERT COMPRA COMUNICACIÓN. Ruralcaja ha contratado a la multinacional Porter Novelli hasta el próximo mes de junio para desarrollar la comunicación del grupo Cajas Rurales del Mediterráneo (CRM), ese ente en el que se encuentran asociadas 17 pequeñas rurales junto con la caja dirigida por Juan Antonio Gisbert. De aquí a junio, las 17 deben convocar y convencer a sus asambleas para aceptar la integración en CRM, preludio, tal vez, de una fusión que resuelva las dificultades de un sector siempre bajo la lupa del supervisor.

FERNANDO GALLEGO RESPIRA HONDO. El joven consejero delegado de Llanera paseaba el jueves por una concurrida calle de Valencia con evidente aire de relax y satisfacción. No es para menos: hace sólo unos días días había conseguido levantar la suspensión de pagos de su empresa y apenas unas horas antes supo que un juez había ordenado a la multinacional gala Alcampo pagar a su empresa los 28 millones de euros que le adeuda. Pues eso, qué bello es vivir.

DE COMPRAS EN «HANNOVER». La bella ex diputada fue vista la semana pasada comprando en la exquisita boutique de moda masculina de la calle Hernán Cortés. Junto a la acera, aparcado, le esperaba un Audi A8 de color negro con las lunas tintadas y chofer al volante. Es cuando menos sorprendente (y envidiable, faltaría más) lo bien que cuida Telefónica en estos tiempos de crisis a alguno de sus menos estresados directivos, digo del ex alcalde de Benidorm.

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