Exactamente 1,2 euros por cada valenciano. Esto es lo que destinará este año el Ministerio de Cultura para actividades e instituciones en la Comunitat Valenciana. La consellera de Cultura, Trinidad Miró, lo expresó ayer teatralmente mostrando una taza de café humeante: «Lo que vale un café», dijo. La Comunidad Valenciana continúa a la cola: en el puesto número 17 de las 19 comunidades autónomas, sólo por delante de Navarra y Murcia.

El ex ministro César Antonio Molina se reunió con Francisco Camps en noviembre de 2008 y se comprometió a aumentar la dotación del Palau de les Arts hasta los 5 millones en los próximos años. Bien es verdad que el gigantesco teatro construido por Santiago Calatrava se impulsó unilateralmente desde la Generalitat Valenciana y que el nivel de la programación ha alcanzado un relieve internacional con unos costes muy elevados, de modo que cuando uno hace eso no debe esperar después que lo financien. Pero tampoco son de recibo sangrantes agravios como que los 6,2 millones que destina el Gobierno de Zapatero a la CV en asuntos culturales son menos de la mitad de lo que percibirá, por sí solo, el Liceo de Barcelona: 13,2 millones. Un 4,46% de la inversión en España.

Las cuentas no parecen muy equitativas teniendo en cuenta, además, que otras grandes instituciones culturales pierden ingresos como el IVAM, de cuya trascendencia y nivel artístico nadie duda, o, sencillamente, desaparecen de los presupuestos, como Sagunt a Escena. La ministra de Cultura González-Sinde debería revisar este planteamiento hasta ajustarse a las necesidades de la cultura valenciana.