Continuando con las grandes apuestas de Zaplana —más centradas éstas en el campo del ocio, cuyo símbolo es Terra Mítica—, el Consell de Camps basculó, en gran parte, hacia los acontecimientos deportivos, que ya había iniciado su antecesor gestando el circuito de Cheste, un proyecto largamente acariciado desde la esfera del motociclismo valenciano. El Gran Premio de Fórmula 1 y la Copa del América han centrado buena parte de la actividad pública estos últimos años, si bien la incertidumbre todavía se cierne sobre esta última aventura deportiva, en manos de los tribunales y de decisiones foráneas. Faltaba un gran premio de tenis y el Ágora de Calatrava lo ha albergado estos días. Ayer concluyó, como también lo hizo el XI Gran Premio de la Comunitat Valenciana de Motociclismo. Valencia se convirtió en referencia mundial de ambos deportes. A las dos citas, para sellar la institucionalización, acudió el presidente Camps, en sintonía con lo expresado por su portavoz en el Consell, Paula Sánchez de León, hace unos días, cuando reiteró su apuesta por la celebración de grandes acontecimientos deportivos como «instrumento de desarrollo económico y social» y como elemento para situar a la Comunitat «en el mapa mundial». El Consell cifró el retorno económico de la cita deportiva de Cheste, en estos diez, años en «algo más de 400 millones de euros». En todo caso, la referencia internacional de Valencia en el aspecto deportivo de este fin de semana ha sido ineludible.