Los resultados en la Selectividad 2009 de los centros de educación diferenciada han devuelto al debate escolar este modelo que apenas está implantado en siete colegios de los 430 centros que imparten Bachillerato en la Comunitat; dos mil si incluimos los de Primaria y ESO. Y, de nuevo, se pone en duda si deben concertarse.

Hoy por hoy, la educación diferenciada es minoritaria y legal. De hecho, si los tribunales la consideraran discriminatoria, no sólo se debería exigir que estos centros no se concertasen, sino tendrían que ser cerrados. La discriminación no es permisible, ni pública, ni concertada, ni privada. Pero al no poder contar con la justicia, los críticos atacan al bolsillo.

A mi juicio, lo más destacable de estos datos no es si los centros que escolarizan a un solo sexo sacan altas medias en la PAU, sino que estos centros destacan en equidad, que todas los alumnos que comienzan Bachillerato llegan a la universidad. Es decir, que ningún estudiante se queda atrás. Tampoco estoy seguro de que este «éxito» se deba a que estos centros son diferenciados. Creo más determinante que son colegios donde la atención a cada estudiante es personalizada, el contacto con la familia, fluido, y hay una gran implicación del claustro.

En España, la educación diferenciada está ligada a centros de marcado carácter católico. No es así en todo el mundo. Ni siquiera tiene por qué ser así. Sin embargo, en ocasiones se tiene la sospecha de que las críticas sí que son indisolubles tanto al modelo como al carácter de dichos centros.

El debate sobre la diferenciada ni es importante ni educativo, cobra su relevancia como una de esas trincheras ideológicas que tanto revuelo provocan en la discusión educativa y que nos distraen de los verdaderos problemas de la escuela.

Si hablamos de Educación y género, la diferencia de sexos está en un sistema educativo que se ceba en los chicos. El fracaso escolar masculino es 16 puntos porcentuales más alto que el femenino, la tasa de repetición, 11,9 puntos más, el abandono educativo masculino es un 7,8% mayor o las chicas titulan en Bachillerato 16,3 puntos más que los chicos. Esto sí que configura una diferencia en la Educación de los jóvenes que sumado a la escasa resistencia a la frustación de la generación OT puede en el futuro reproducir nocivos roles de género en unos varones escasamente preparados y en desventaja intelectual. Un problema no exclusivo de España. El suplemento de Educación del francés Le Monde hablaba del tema con el explícito titular «Les garçons, sexe faible à l´école» (11/11/09).

Frente a los «éxitos» académicos de la diferenciada, los críticos priorizan la labor socializadora de la Educación. Como he dicho, este papel de la escuela será cada día más relevante. Pero que se sepa, los estudiantes escolarizados en centros diferenciados no son inadaptados sociales ni personas propensas a la violencia de género.

En conclusión, en España, la escuela diferenciada ni es una solución general ni un problema relevante ante los serios retos educativos que he citado. La diferenciada es, simplemente, el ejercicio del derecho a la Educación de las familias de esos siete centros educativos. O de más, si incluimos sus listas de espera.

Delegado del periódico «Magisterio»