La última decisión que ha tomado el gobierno Camps de modificar el Consejo Escolar Valenciano, reduciendo la participación y representación de padres, profesores y alumnos, aumentando la representación de los nombrados directamente por el conseller, es una tropelía más de las muchas que está cometiendo en su «caída libre».

Camps ha perdido el norte, la capacidad de diálogo, el conocimiento de la realidad, y lo que es peor, gobierna (que no gestiona) con «ordeno y mando» dejándose llevar por el rencor y el odio. Aún no ha entendido que la responsabilidad de sus problemas con la justicia y con el caso Gürtel es únicamente suya. No es de los socialistas, ni de los sindicatos, ni de los valencianos. Es su responsabilidad.

En cambio, se atrinchera rodeándose de los «suyos», de los «súbditos», de los «incondicionales», de la «guerrilla más temeraria». Ni siquiera cuenta con el PP en su vasta extensión para hacer equipo. Sólo quiere mirarse en el espejo de los que le deben algo o quizás también saben algo.

Por eso, anula la representación democrática en Bancaja, aunque sea desestabilizar y poner en riesgo la «hucha» de los valencianos; elimina al STE (sindicato importantísimo de la educación) de cualquier ayuda; recorta representación y ayuda de cualquier sindicato o fuerza social que le plantee problemas. Camps está dispuesto a acabar sus días encerrado tras una muralla con una guardia pretoriana.

Autoritarismo frente autoridad; rencor frente a respeto; expulsión frente a diálogo. ¿Puede así seguir gobernando un Presidente que se debe a todos los valencianos?

Pero el problema es más profundo. Económicamente, Camps ha tocado fondo. Su administración no paga. Es la principal desestabilizadora de la economía valenciana. Lo debe todo y a todos: ayuntamientos, empresas, constructoras, bancos, profesionales, particulares, colegios, ciudadanos. Ni las becas de comedor es capaz de pagar. Ya nadie se fía. Sólo le queda esconderse detrás de alguno de sus «fieles» como Cotino para que éste salga a seguir prometiendo más planes, más planes, más planes.

Y, ¿dónde está Camps? Jugando al ratón y al gato; intentando ganar tiempo. Va a Fitur mezclándose entre la multitud pero evitar presidir el día grande de la Comunitat; se va a Duwait o a Nueva York, a sumar proyectos fracasados o imposibles (Mundo Ilusión, Ciudad de las Lenguas, Sede de la VIU, …); sube a un Ferrari o a un velero. Todo son imágenes de cartón piedra para un Presidente que no se atreve a pasear por las calles de su Comunitat.