El calor de ayer parece un serio aviso de que ya no hay vuelta atrás. El verano, al menos así lo perciben los ciudadanos, ha llegado para no marcharse, pese a que el viernes próximo podría haber alguna tormenta, con temperaturas moderadamente más bajas que las actuales. También ayer, la Generalitat presentaba su campaña de incendios forestales, con casi 12.000 efectivos movilizados. Otro símbolo de lo que se viene encima. Sería ridículo, sin embargo, anticipar cómo será el verano en el apartado de incendios. Uno de los factores que influyen en su origen y de-sarrollo es indudablemente la biomasa que se se desarrolla al pie del árbol. Con hierba reseca, el riesgo de ignición aumenta y también la velocidad de propagación. Todo el mundo está muy asustado y advierten de una especie de holocausto de verano que no tiene por qué producirse. El número final de incendios, pese al combustible almacenado, dependerá de la frecuencia y «eficacia» de las acciones humanas. Si se exceptúan los rayos, responsables de grandes incendios y prácticamente incontrolables, es el hombre con sus negligencias o su perversión quien hará bueno el pronóstico y también quien puede evitar que se cumpla. 12.000 personas acumulan muchos ojos para vigilar, pero pueden ser pocos si los ciudadanos no asumen individualmente la cuota de responsabilidad que les corresponde para evitar la tragedia anual del bosque valenciano.