Si uno quiere darse un baño en la espesa bruma de la teoría de la conspiración tiene este fin de semana una cita importante en Sitges. Se dará un remojón maléfico, tenebroso, donde las conjuras, las confabulaciones y las intrigas serán agotadoras pero poseerán un tono estilístico de alto copete. Una inmersión en el mal, si se contempla desde la izquierda más casposa. Una zambullida en la realidad del sistema, a poco que la mirada se entretenga en la crónica o la ilumine el descreimiento. En Sitges se reúne el club Bilderberg, nacido en la década de los cincuenta para luchar contra el antiamericanismo y el comunismo. Y para algo más: para influir en las decisiones del capitalismo, en su variedad política y económica. Bilderberg es al XXI lo que las asambleas masónicas al naciente liberalismo. Pero más concentrado, como el caldo maggi. De un bandazo del club estelar nació, a través de David Rockefeller, uno de sus miembros, la Comisión Trilateral, por la que andan Garrigues Walker o Juan Villalonga y por la que discurrían Carvajal y Urquijo, Ybarra, Jesús Aguirre, Clinton y Bush. La Trilateral es como muy bruta: muy descarnada.

El club Bilderberg posee otro aroma. Acoge la pomposa futilidad francesa, la sobriedad y el escepticismo inglés, el griterío mediterráneo, el bostezo alemán, las mafias rusas y a los dueños de las llaves, los norteamericanos. Son los «grandes» del planeta: banqueros mineralizados, sutiles financieros, políticos cuyas fauces abarcan medio mundo, periodistas cortesanos y académicos trasnacionales. La columnata sigue y sigue hasta detenerse en la aristocracia. Sí, en la nobleza, a la que creíamos enfundada en sus trajes ornamentales, soñando con justas renacentistas y asumiendo su disfraz y su cartel de estorbo. La reina Sofía cubre el panorama junto a Beatriz de Holanda. El director de la Organización Mundial del Comercio, el presidente del BCE, el secretario de Defensa de EEUU que mintió sobre Iraq, Kissinger y Rockefeller, y el matrimonio Gates, y el ilustrado especulador Soros, y los presidentes de Coca-Cola, Fiat, France Telecom, y Pedro Solbes y Cebrián, y la Siemens y la Societe Generale, y la Caixa, y...

Los amantes de las conspiraciones –en general, gente aburrida y ponzoñosa– tienen estos días su singular Capilla Sixtina. Todo lo que suceda mañana mismo en el mundo saldrá de Sitges.

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