Ni siquiera puede uno hincarle el diente con saña. No hay chicha. Hablo del tingladillo que le han dejado en Teleroña a María Teresa Campos, guapa, muy guapa. Se quedó más delgada, la maquillan bien, y la peinan mucho mejor que a la otra. La veo y no sé si está que trina, encorajinada, o feliz, pero aunque se ríe mucho le noto un resabio de amargura. No sé, cosas mías, de espectador aburrido. El tingladillo se llama Qué tiempo tan feliz, pero lo que veo es una sarta de desechos, un formato rancio, un plató raquítico, unas sillas como de velatorio, una reunión de viejas. No es peyorativo. Es una forma de hablar de la caspa, el cardado, y el perifollo —de nuevo, más peri que follo—. Una tarde llevaron a Manolo Escobar, y no era Cine de barrio ni por allí estaba encajada en el plató, incrustada en el sofá, Carmen Sevilla. Qué tiempo tan feliz no tiene pianista, como tenía Cine de barrio en los tiempos gloriosos de José Manuel Parada, el que se tira al agua desde la patera al grito inefable de ¡por España! y que ahora no sé si sigue en la isla como un cretino más. No tiene pianista, pero tiene cantantes melódicos de cabecera, que lo mismo la emprenden con el donde quiera que esté, el carro es mío, que con la minifalda y los toros y sus muertos. La tarde que vi al rancio coplero y a los vocalistas imitadores rescataron de donde jamás deben salir estas abstrusas ñoñerías madrecita María del Carmen, en mi corazón se me vuelve tu querer cante campero, y cantando te digo cuánto te quiero, flor bendita de mi vida y mi ilusión. ¿La siguen?

El tingladillo de la señá Campos recibe los sábados a gente de todo tipo, pero el influjo de Qué tiempo tan feliz es tan pernicioso que hasta Lolita Flores, que a veces discurre con sensatez, saca lo peor que hay en ella y se convierte de nuevo en aquella folclórica que vendía su vida en el Hola. Los vocalistas del programa le cantaron Sarandonga, con sus cuchíbiris y todo. Menos mal que Lolita, para mantener el altísimo glamur de la tarde, no sacó la capacha con el chóped. Pero si la cosa se alarga más, maritere saca el tuperware, reparte las croquetas, y Carlos Ferrando, de la escuela del aspaviento y el mohín, se pone las manos en jarras, y de allí sale Lolita con las bragas en la mano. El programa no es nada, no da más de sí, y hay que rellenarlo con payasadas envueltas en nombres sonoros como homenaje, recorrido por la obra de, reconocimiento de toda España. Tampoco hace daño, es verdad. Pero no es suficiente. No para Maritere. Lógico. Hasta Terelu, su cachorrita, tiene más proyección en el mercadillo vespertino donde todo se vende y se compra de Sálvame. A otros programas les gustaría hacer lo mismo, pero se cortan. No digo que por las mañanas Mariló Montero quisiera hacer de su gran salón un zoco como el de Jorge Javier Vázquez, pero tampoco es capaz de preguntar algo que no pregunte un reporterillo del programa, es decir, que si Omar Suárez tiene a Enrique Iglesias delante, y los de prensa le han dicho que tiene tres minutos contados, y el menda se interesa por la madre del artista, la señora Montero no va a ser menos, y cuando Enrique Iglesias acude a Las mañanas de La 1, la señora Montero le pregunta por Isabel Preysler y por Chabeli, y por su hermano, y no sé si por el tarambana de su abuelo.

Pero como Las mañanas de La 1 no es Sálvame, la señora Montero quiere dejarlo claro, y se lo demuestra cogiéndolo del brazo, de pie, para que no huya, y lo obliga a escuchar el sumario que queda por emitir, y el cantante, educado, todo un caballero, alucina y no sabe qué hacer ni qué decir, pero no importa, lo dice todo la señora Montero. En lo de los malos tratos, concluye antes de dar paso a José Ángel Leiras, en España estamos fatal, no paran. Enrique Iglesias la mira, sonríe, y al darse cuenta que la otra no lo hace cambia el gesto y le pregunta con la mirada si puede irse. No. La señora Montero no está dispuesta a soltar la pieza, así que se tiran un rato embarazoso que parece no tener fin. Al final lo suelta. Que se sepa, el chico no lo hace como un fulano llamado Jaime Ostos, que se revuelve como una cascabel cuando un imbécil con cámara se le acerca y le dice, señor Ostos, siento molestarle, qué le parece que su hijo… «Os voy a mandar a tomar por culo», responde el fulano errando el destino, sobre todo porque la pregunta se la hacían cuando Jaime Ostos Jr. acababa de decir en una revista que sí, que le va el tema, que ser maricón no es malo.

Huy, huy. ¿Veis lo que tengo entre las piernas?, me refiero al dado, se dirige a cámara un pillín Joaquín Prat para regocijo de la mojigata Ana Rosa Quintana, que haciendo honor a su mojigatería está encantada con los dobles sentidos. Equilibrios malabares del lenguaje, que retorcido puede ser chispeante, como lo de Prat, o insoportable descaro manipulador, como apuntaba el otro día César Campoy refiriéndose al turbio método de Canal 9 cuando da la noticia de la imputación de Carlos Fabra, bueno, lo que fuera aquello que dijeron «los tramposetes» de informativos. Por tanto, llegado a este punto de casi no retorno, en temas tan serios como la rijosa mala leche de la Campos, la religiosa ubicuidad de Enrique Iglesias, que aguantó el chaparrón en la tontuna de Pablo Motos, o la íntima ira de Ostos sabiendo que sabemos que su Jaimito se puede comer, llegado el caso, el kiwi de Prat, como David Bustamante propuso a Rafa Méndez comerse su mandanga en la vuelta de After Hours a Cuatro, escuchemos con devota furia lo que dice la Cope, adelanto de elecciones ya. Llevan miles de votos, incluido el mío. Firmé con un nombre erecto y un correo vaginal, y me inventé el DNI, pero eso a los obispos les da igual. Así que El Gran Wyoming está desmontando esas fatuas truculencias y ha puesto en marcha www.juiciofinalcuantoantes.com, porque todo lo que no sea el Juicio Final son parches. Es la única forma de saber si el Espíritu Santo arregla esto, a Daniel Diges, aunque en pequeñito, lo canonizan, y Zapatero y Rajoy se coman el tema en lo de la Campos, cuchíbiri, cuchíbiri, un arroz con bacalao.

EL CAOS

Todavía no sabemos por qué 3D, lo de Gloria Serra en Antena 3, se llama 3D, pero la revista de tarde sigue su curso, y tratando de hallar nuevos horizontes alcanzan al sastre del Rey, Gonzalo López. Confirmado. La cosa está muy malita. Israel se limpia a unos cuantos y vende el crimen manipulando más que una tele autonómica, y Juan Carlos de Borbón no ha encargado este año trajes nuevos. Zapatero dimisión. Viva Rajoy.