El Patronato Sur-Norte y el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Valencia acaban de editar el libro «Desarrollo, seguridad alimentaria e internacionalización en el Magreb», bajo la supervisión del profesor José Luis Miralles. Un excelente texto que reúne las principales aportaciones de un reciente seminario en el que participaron expertos de las universidades valencianas y de los vecinos países del norte de África. La aparición del libro coincide con un renovado interés en nuestras relaciones económicas con dichos países, como un mecanismo adicional para apoyar la superación de la crisis y para asentar mejor el desarrollo mutuo de cara al futuro.

Los países del Magreb no han sufrido como España el impacto de la crisis económica y en ningún momento han entrado en recesión. Sus tasas de crecimiento actuales son bastante positivas, lo que puede ser aprovechado de forma estratégica por los actores económicos y sociales de nuestro país, particularmente con relación a Marruecos. De hecho, las relaciones hispano-marroquíes se han intensificado mucho en los últimos años, aumentando tanto el comercio bilateral como las inversiones españolas en dicho país. Y ello aún puede ir mucho más allá en beneficio de ambas partes.

Las exportaciones a Marruecos han pasado a suponer cerca de un 2% del total de las exportaciones españolas, un porcentaje superior a las dirigidas, por ejemplo, a otos países como México, Brasil, Argentina, China o India. La inversión española en Marruecos ha aumentado también notablemente, aunque no al ritmo que lo ha hecho el comercio. Un desfase que nos habla de las posibilidades que aún existen de avanzar más en la integración productiva de ambas economías, al amparo del acuerdo de asociación de Marruecos con la UE. Debería quedar así atrás una visión mutua dominada por las relaciones de competencia, para dar lugar a otra visión más positiva, en la que destacan las relaciones de complementariedad en numerosos frentes económicos y sociales.

Las posibilidades de cooperación alcanzan incluso al sector agroalimentario, tal como refleja el libro en cuestión. Pero se extienden también a otros muchos terrenos, como las energías renovables, la creación de redes industriales y de servicios (más allá de la subcontratación) y todas aquellas actividades en que los inmigrantes pueden actuar como agentes de codesarrollo. En suma, ha llegado el momento en que conflictos puntuales se gestionen del modo más conveniente posible, sin dejar de mirar el amplio potencial de unas relaciones de complementariedad que conviene intensificar. Las aportaciones del libro van en esa dirección, detectando las dificultades a salvar y los principales elementos a fomentar en el diálogo necesario entre los sectores, agentes e instituciones de ambas riberas del Mediterráneo.

Catedrático de economía aplicada. Universitat de València