Uno de los mayores riesgos de los ecosistemas marinos es la sobreexplotación de los recursos pesqueros. Pero, en segundo término y de manera complementaria, destaca la influencia del calentamiento global, impulsado por las emisiones de gases de efecto invernadero. La actividad pesquera industrial, a diferencia de las extracciones tradicionales, está agotando los caladeros y pone extinción algunas especies, entre ellas, el atún rojo. Además, agrava problemas como la aparición de bancos de medusas en nuestras playas. Las transformaciones en mares y océanos son lentas y, a menudo, imperceptibles. De hecho, son continuas las alertas de los científicos sobre el cambio de distribución de las especies y la pérdida del equilibro del ecosistema. Por ejemplo, el Instituto Español de Oceanografía ha dado a conocer esta semana que el aumento de temperatura media de las aguas genera un incremento del fitoplancton de menor tamaño. Los resultados de la investigación pueden resultar nimios, sin embargo, esta variable informa sobre la reducción de la capacidad de los océanos para capturar dióxido de carbono atmosférico.

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