El otro día preparaba mi declaración de Hacienda y me puse a pensar —es una circunstancia muy propicia a la reflexión y otras actividades pesarosas— que si los que obtuvieron ayudas por la compra de coche nuevo tienen que pagar ahora por incremento patrimonial más o menos una cuarta parte de lo que recibieron, esta medida política no trataba sólo de estimular la venta de automóviles (un objetivo de bondad más que discutible), sino de lograrlo con propaganda engañosa. Eso no fue nada comparado con la siguiente y melancólica observación: ustedes saben que si compran un piso en metálico, su esfuerzo inversor recibirá tan sólo una pequeña desgravación fiscal con un máximo muy bajo. En cambio, si usted empeña hasta el alma en la adquisición de una vivienda —especialmente si aspira a una por encima de sus posibilidades, que es lo que suele ocurrir—, entonces le desgravarán, año tras año, por el capital amortizado y por los intereses. No le ayudan a financiar su piso: en realidad subvencionan a un banco en particular mediante el curioso sistema de renunciar a cobrarle a usted y a reunir ese dinero de todos que podría emplearse en cosas de utilidad para muchos.

Los Estados nunca fueron el colmo de la justicia y en los últimos tiempos son además derrochadores e impotentes: hemos recibido muy duras pero muy instructivas lecciones sobre la naturaleza del Estado neoliberal (que son todos, especialmente China, y que no parecen dispuestos a reclamar ninguna atribución salvo la de ejercer la mayordomía del gran dinero): se sanea con deuda pública a los bancos y luego se permite que esos trileros especulen contra la deuda que les salvó el culo. En nuestro caso, el Estado, además, tiene sus metástasis autonómicas, igual o más derrochadoras que él, lo que permite, por ejemplo, que el organismo público balear destinado a construir colegios pagara por el diseño de un palacio de la ópera en Mallorca que, encima, Calatrava ya les había vendido a los suizos muchos años antes. Dinero de colegios para pagar maquetas revenidas. Huele fatal.

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