El mismo día que dijeron en directo que Antena 3 también se sumaba a la prohibición de emitir imágenes suyas en Sé lo que hicisteis, teatralizada la exclusiva a lo grande por Ángel Martín, el ingenuo y soñador personaje al que da vida Patricia Conde se vino abajo porque imaginó un futuro inmediato de esquinera. Nos hizo partícipes del sueño con imágenes de lo que ella estaba viviendo. En una esquina, Patricia Conde, tan rápido y ya desdentada, vestía una minifalda de punto, se alzaba sobre tacones baratos, realzó sus mejillas con ungüentos de pepona, y se colocó una peluca rubia y desgarbada. Así, la pobre, tenía que ofrecerse a los viandantes del arrabal. Y pasó uno. Era Ángel Martín, que llevaba barba de meses, chaquetón de mercadillo para repentinos indigentes, y por supuesto una botella de vino peleón.

De vuelta a la realidad, dan paso a su colaborador Alberto Casado, el jovenzuelo que se ha ido soltando programa tras programa. Tiene un método infalible, sustituir imágenes de DEC por la de un tío bailando al son de la pianola y luego, sin más, regañarle a María Patiño por lo que acaba de decir, y lleva razón, me apunto al método, no hay que ver ni escuchar a María Patiño para quitarle la razón. Y regañarle.

Aún así, por mucho método infalible que pongamos en marcha, decía una pícara Patri, este programa se hunde más rápido que Falete con un flotador de mármol. Les propongo una alternativa. Que se dejen de humores y se pongan serios, que dejen de reírse de ellos mismos y arenguen a esta España que se va a pique.

Ya saben que hay, en los territorios fríos y azules de la galaxia TDT, una cueva donde anida el odio desatado, el rencor sin límites, la revancha histórica, el libelo como género periodístico, el parcial descaro ideológico como garantía de pluralidad, en fin, una covacha conocida por su bravura política con logotipo taurino y nombre de mercado, Intereconomía TV. De ahí han de aprender estos pardillos. El moderador, Antonio Jiménez da paso a la lectura de una noticia aparecida en un medio, y a partir de ahí, la de dios. Dice el moderador que la consejería de sanidad de Cataluña, cuya responsable es Marina Geli, recomienda sexo oral a los adolescentes. Antes de que termine, uno de sus contertulios, Eugenio García Serrano, lo tiene claro. Esta señora, dice, es una guarra, una puerca, está fabricando degenerados, y estamos fabricando un país siniestro, se nos prohíbe fumar, pero a los niños en Cataluña esta guarra les anima a meneársela, esta tipa es una zorra repugnante, pero cómo se puede conminar a un adolescente a hacer ese tipo de prácticas sexuales en el colegio. El moderador no interrumpe, respeta lo que dice su colega, es decir, comparte la cagalera verbal del desbocado parlanchín. Escuchado con calma ese mendrugo, llegas a una piadosa conclusión. Hasta Juan Manuel de Prada, extravagante conservador que le echa literatura de terror a todo lo que huela a educación sexual, porque también cree que lo que en realidad se quiere es echar a los niños al camino de la perdición y que, más o menos literal, miles de niñas sean violadas como el que se come un chupachup, resulta moderado en comparación con el torillo que llama zorra, guarra, puerca a la consejera, que anima a los niños a meneársela, término por el que pide perdón, pero no por llamar zorra a Marina Geli.

Pero hoy me pillan tonto estos mendas mendaces y quiero saber más. Me voy a la fuente de sus desvelos. Entro en la página web de la consejería de sanidad catalana. Y todo lo que veo y leo me parece sensato, razonable, nadie obliga a nadie a meneársela, ni a tener sexo oral, ni a andar por los retretes fornicando como perros. Esta gente miente. Esta gente insulta. ¿Para qué están las asociaciones de la prensa, por qué no se le pone freno, no a las opiniones, que pueden ser tan discrepantes como cada uno crea conveniente, sino a esa exhibición miserable de penuria moral, a la insidia, a la desmadrada orgía de insultos aceptados como moneda corriente de un periodismo que hace tiempo olvidó las mínimas normas de la convivencia? ¿Cómo es posible que estos señores, don Antonio Jiménez y don Eugenio García Serrano hayan recibido, con un par de razones para el bochorno, los Micrófonos de Oro de la Federación de Profesionales de Radio y Televisión de España? Cuesta digerir tamaño despiporre.

En ese andurrial de la TDT, todo vale, y más cuanto más soez y corajudos son los piquitos envenenados por el odio que toman asiento en esas gradas de hooligan. La otra noche, en los anuncios de la gala de los premios de la Academia de TV, Veo 7 pasó uno de su Vuelta al mundo, que presenta Carlos Cuesta. En ella se decía que ahí daban más caña que en Dando caña, donde Javier Algarra es más destroyer que sus tertulianos. ¿Llevará razón Patricia Conde imaginando un futuro de zorrillas esquineras?