Ahora que dentro de unos días ya vamos a entrar en octubre, y por asociación de ideas me he acordado de la Revolución de Octubre. Vaya tiempos. La toma del palacio de Invierno. La guardia roja. La hostia en besicleta (y Anastasia sin aparecer). Y todo esto se dio porque un menda que se puso de nombre Lenin y que se creía un tío listo (que es lo que siempre le decía Chico a Groucho: «Un tío listo, ¿eh?», pero Chico llevaba razón) lo que en realidad era Lenin es un tipo muy inteligente y lo sabía, pero él quería ser un tío listo porque molaba más. Por eso cuando vivía en Zurich iba al cabaret Voltaire a juntarse con los artistas dadá, que en aquella época eran el crack y eran todos muy listos, a ver si se le pegaba algo. Pero no se le pegó nada porque en vez de mezclarse se agitaba y como todo el mundo sabe el dry martín, que es rey de la barra, lo que debe es mezclarse, no agitarse.

Entonces los dadá andaban ocupados haciendo la primera revolución conceptual de la época moderna y ese cambio de concepción, igual que la Inmaculada Concepción, era algo espiritual, se trataba de una revolución espiritual. Claro, el amigo Illich (coño, como el Chacal) como no sabía mezclarse lo confundió todo y como además se había leído un libro de uno que se llamaba Karl Marx, que era el cuarto hermano Marx, pero lo echaron porque no hacía risa ni nada y además así salían a mas pasta (partían por tres, no por cuatro, ¿lo coges, nena?) y entonces para disimular se dejó una barba como la que le vio a Karadzik que era un amiguete de los billares.

Bueno, pues resulta que Marx había escrito el libro que se llamaba El camino (creo) y que era un libro de economía, porque Marx era un filósofo económico y entre otras cosas anunciaba la revolución, porque se olía algo, entonces Lenin, cuando lo leyó no pudo soportar tanta presión y a lo que si unimos que el sabía que era muy inteligente y tenía todos los datos, o sea, que aquello cuadrar, tenía que cuadrar, y así Lenin se puso a cavilar y otra cosa que les pasa a las personas inteligentes es que creen que si piensan mu-cho lo serán más. Pero no se sabe de ningún caso en que el cociente aumente. Yo tengo un cociente vulgar, de setenta, creo pero yo ya me voy apañando. Lo que soy es un tío listo (que no un listillo). Si eres listo puedes llegar al mismo sitio que el inteligente pero sin dar el rodeo y además te diviertes más. Total, que el tío Lenin después de la caminata por la racionalidad con todos los datos estaba más confuso aún y armó la mierda que armó.

¡Que la revolución a que se refería Marx era la segunda revolución industrial, botarate!