Largo y apresurado lo fían los sindicatos. De una parte, aún no se conoce la literalidad de la ley de reforma laboral que tiene que pasar trámite parlamentario. De otra, la fecha elegida, el 29 de septiembre, es una eternidad en unos tiempos en los que cada semana admite los sucesos que antes necesitaban casi una década. Lo cierto es que esta huelga general, en espera de que conozcamos el escenario preciso en donde va a desarrollarse, allá por el mes de septiembre, es una huelga a crédito de la que se desconoce el importe de cada letra.

Para analizar con rigor este acontecimiento es más importante saber lo que a cada protagonista no le queda más remedio que hacer que lo que le gustaría poder hacer. El Gobierno está conminado por quienes de verdad mandan en la Unión Europea a hacer una reforma laboral que lleva pergeñado sin avanzar desde hace casi dos años: a la fuerza, ahorcan. No le queda más remedio que legislar lo que ha sido imposible conciliar.

Los empresarios no estarán satisfechos porque han demostrado que son insaciables. Si con los contratos basuras de que disponían hasta ahora no creaban empleo, existen serias dudas de que todo lo que se está haciendo ahora sirva para detener el paro.

Y los sindicatos están prisioneros de sus cuadros y de la inevitable necesidad de hacer una protesta a la que van a ir sin ningún entusiasmo. Convocan huelga porque no les queda más remedio. Así pues, el escenario está forzado para cada uno de los protagonistas que va a representar un papel en el que no cree.

Pero quien más tiene que perder son los sindicatos. El Gobierno, después de haber apurado el aceite de ricino de las medidas de recorte social, tiene ya descontada cualquier catástrofe posterior. A pesar de la frase que se le atribuía a MacArtur, hay situaciones que ya no pueden empeorar más, y el crédito del Gobierno está bajo mínimos. Son los sindicatos los que tienen la encrucijada de evitar un fracaso que les quitaría una parte sustancial de la poca legitimidad que les queda en un escenario en el que han sido capaces de aumentar la afiliación, han hecho seguidísimo del Gobierno con fe de carboneros y ahora se encuentran sin yerba bajo los pies.