El déficit en la gestión de la sanidad o la educación públicas no es evitable, pues el Estado financia su gasto de forma íntegra sin pago directo por parte del usuario. Sí lo es, en cambio, el déficit en la gestión de servicios con coste directo para los usuarios. Así, y por mucho que lo pretenda el PP, la Empresa Municipal de Transportes no está condenada al déficit económico por su condición de servicio público, sino que son sus gestores quienes la condenan a ello al ofrecer un servicio que no se adecua a las necesidades de sus usuarios.

La EMT ha renovado parte de su flota, pero no la ha incrementado. Los intentos de mejorar la frecuencia de paso se han visto incumplidos. La reestructuración de las líneas ha sido mínima, la red continúa siendo en la práctica la heredada de la Saltuv y no se ha incrementado sustancialmente el servicio nocturno. Además, la EMT ni siquiera cubre todo el servicio de la ciudad. La unión con El Saler, El Palmar y El Perellonet continúa en manos privadas, con precios mayores y peor servicio.

Es precisamente la falta de calidad del servicio la causa de su déficit económico como consecuencia de la pérdida de pasajeros. El servicio ha empeorado y los usuarios se han reducido, con la consecuente caída en la venta de billetes, bonos y títulos de viajero, lo que ha obligado al ayuntamiento a transferir cada vez más dinero. La crisis no justifica la pérdida de usuarios, pues la sangría comenzó en años de bonanza.

La prueba del empeoramiento del servicio es que, pese a que el presidente de la compañía presumía no hace mucho de que el grado de satisfacción ha crecido tres centésimas en tres años, lo cierto es que las quejas, mayoritariamente relacionadas con incumplimientos de las frecuencias y con que los autobuses no se detienen en las paradas, se han incrementado en un 4,8% en el último año. Además, ha perdido desde 1995 a uno de cada cinco usuarios, al pasar de los 117.940.647 pasajes de entonces a los 91.694.633 de 2009.

Y la prueba de que la pérdida de pasajeros genera déficit es que mientras en 2003 el ayuntamiento presupuestó 36.460.000 euros para paliar los gastos de explotación no cubiertos por los 103.168.213 viajeros registrados entonces, en 2009 tuvo que presupuestar 75.147.001 euros por el mismo concepto. O, lo que es lo mismo, ha tenido que aportar 38.687.001 euros para paliar los efectos económicos de la pérdida de 11.473.580 viajes. Cada pasajero perdido ha costado 3,4 euros.

Entre unos y otros conceptos, las aportaciones del Ayuntamiento a la EMT entre 2004 y 2009 ascendieron a 379.820.984 euros, dinero que se hubiera reducido notablemente si el Ayuntamiento hubiese ofrecido un servicio de calidad que hubiera mantenido o incrementado el número de usuarios. Además, prácticamente no se requerirían desembolsos si la Generalitat hubiese firmado el contrato-programa para el transporte metropolitano que el Gobierno le ofrece desde 2004. La falta de firma por parte de la administración autonómica ha llevado a la EMT a no ingresar 268 millones.

El déficit no es pues consecuencia de la supuesta voluntad del equipo de gobierno del PP de subvencionar el transporte público, sino de su incapacidad para ofrecer un servicio de calidad, de su pasividad para frenar la caída de pasajeros y de su falta de exigencia con la Generalitat. Mientras el déficit exista, los valencianos deberemos seguir afrontando el elevado coste de oportunidad que supone destinar una cada vez más abultada aportación municipal a compensar económicamente la incapacidad de los gobernantes.

Concejal del PSPV en el Ayuntamiento de Valencia