Cuatro veces hemos vivido en Valencia el ascenso del Levante U.D. a la máxima categoría de la liga del fútbol español. Sin ser socio —la profesión periodística nos impide cualquier militancia para así mantener la independencia, aunque nadie nos quita las querencias y creencias—, el aquí firmante ha sentido siempre especial cariño por este equipo —ahora centenario—, y tal vez esa afición nos viniera de que, cuando estudiante de Bachillerato, los hermanos Maristas nos llevaban al viejo estadio de Vallejo, en cuyo campo exterior, de tierra, jugábamos nuestros partidos, al tiempo que veíamos en las pistas interiores, en torno al campo de hierba, a atletas como Pellicer o Juan Antonio Caparrós realizar sus ejercicios de entrenamiento.

Aún fue en el ahora desaparecido Vallejo donde se produjo el primer ascenso en aquel memorable mes de junio de 1963; el Levante se enfrentó nada menos que ¡cinco veces! al Deportivo de La Coruña; pues entonces había la promoción con doble partido entre el que podía descender de primera y el que podía ascender desde la segunda división. La doble confrontación para el ascenso la ganó el equipo granota, pero luego volvió a jugar otros tres partidos frente a los gallegos, pues les tocó en suerte la eliminatoria de Copa; empataron en ida y vuelta, y fue en el Bernabeu donde se celebró el desempate.

Aquella jornada del 2 de junio fue inolvidable; en el acceso al campo de tierra de Vallejo había una veterana palmera, y algún malintencionado había colocado semanas atrás un gato muerto con un cartelito: «Cuando el gato suba a la palmera, el Levante subirá a primera». Y he aquí que, aquella tarde, un forofo granota colocó en lo alto del árbol un gato de cartón —no quiso matar ningún animal— y respondió con otro pareado: «El gato subió a la palmera y el Levante está en primera».

Aquella noche, tras redactar unas informaciones, nos desplazamos a los queridos Poblados Marítimos, donde el público hervía entre cánticos, músicas y tracas. En una esquina —no lo olvidaremos nunca— una enorme manaza nos cogió de la nuca y, con un apelativo que puede parecer insultante, pero que en aquel ambiente siempre es cariñoso, nos dijo: «Tu no t´en vas sense sopar en ma casa». Era el simpático Rafael Blasco, popular luchador de catch, que tenía una bodega en aquel «cantó», donde nos obligó a tomar unos platos

El Levante duró entonces dos temporadas en la división de honor; en la primera (1963-64) terminó octavo, y se le adjudicó el sobrenombre del «cuatro-cuatro», pues repitió ese empate en varios desplazamientos. Sin embargo, en el año 1965 volvió a Segunda, y tiempo después a la Tercera.

En el año 1969, tras este último aludido descenso, se inauguró el Nuevo Estadio —en principio, llevó el nombre de Antonio Román—, y a la ceremonia acudieron numerosas personalidades, entre ellos, el recientemente fallecido Juan Antonio Samaranc —delegado nacional de Educación Física y Deportes— y el inolvidable locutor y periodista Matías Prats, quien tuvo una frase histórica en la sesión oral que se celebró después en la Asociación de la Prensa; dijo así: «Hemos inaugurado un estadio de primera, para un equipo de segunda que está en tercera». Hoy ya no podría decir lo mismo...Y

Después de aquellas dos temporadas en primera división —en la primera, fue expulsado en Vallejo Alfredo di Stéfano, jugador entonces del Español, por abofetear en el campo al segundo entrenador, Ramón Balaguer—, el club centenario ya ha vuelto a dar el salto otras tres veces; fue en el año 2004, de nuevo en 2006, y ahora en 2010; es decir, tres veces en el tercer milenio, y la más reciente hace unos días. Vamos a hacer votos para que esta subida sea la más perdurable...