De que con ZP llegó un día el desorden hay poca duda, y no hablo desde luego de desorden moral, ni siquiera de caos económico, pues éste ha llegado a todas partes, con o sin ZP. Me refiero al desorden político, al desencuadernamiento de los viejos binomios mediático-partidistas que han regido desde la transición. ZP no sólo ha roto con la vieja pareja mediática del PSOE, sino que practica una escandalosa promiscuidad, que desconcierta a todos. En el caos producido por esta quiebra del orden natural, ZP, que es PEZ, nada con aparente soltura, y se muestra sumamente escurridizo, tanto para la vieja guardia del PSOE, que en el fondo querría sacarlo del agua, como para el PP, que cuando lo tiene pinchado en el anzuelo ve cómo se le escapa por los medios, aunque sea con la boca rota.