El bajista apuesta a la baja, y gana si se viene al suelo un valor o un crédito-país, pero igual que pasa con los buitres, que a falta de carroña a veces atacan a los corderos, algunos bajistas se dedican a echar abajo un país para ganar su apuesta. Si hubiera de veras globalización, existiría un departamento de la fiscalía universal encargado de fichar a los bajistas y seguirles la pista, como se hace con la gente peligrosa. Tal vez sería un buen trabajo para el juez Garzón. Pero además del bajista de los mercados, está el bajista de la política, que desde luego no es comparable a los otros, pero tiene su peligro. Un bajista político es el que, para superar la crisis económica, apuesta por que caiga un Gobierno. A veces, ese Gobierno es un desastre, pero vincular la suerte de un país a que el Gobierno caiga mete miedo. Por su propio bien, Rajoy debería evitar ser visto como bajista.