Filtran desde La Moncloa que no habrá remodelación del Gobierno. Según aseguran, Zapatero se reunió con varios ministros y con algún/a vicepresidente/a para asegurarles que entre sus planes inmediatos no figura hacer una crisis. O sea, que piensa seguir con este elenco ministerial durante varios meses más. La verdad, se me antojan imposibles estos proyectos inmovilistas en quien ha tenido que girar tanto y tan bruscamente en sus planteamientos económicos, sociales y hasta políticos.

Zapatero es, lo ha demostrado, un pragmático antes que un ideólogo. Si las economías occidentales reclaman un viraje, y él —y todos— juzga imprescindible dar el volantazo, pues se da. Otra cosa es dónde quede su credibilidad tras este viraje, pero me parece innegable que el presidente del Gobierno ha sacrificado muchas cosas a lo que él ha entendido el bien de la nación. O, si se quiere, a su propia supervivencia. O a ambas cosas.

Lo que ocurre es que ZP siempre acomete lo inevitable un poco tarde; quizá piense que, dejando que los problemas se pudran, desaparecen. Y sospecho que le va a ocurrir lo mismo con la remodelación de su Gobierno. Se resiste a cambiar ministros, quizá porque le parece adecuada la famosa máxima ignaciana que aconseja, en tiempos de crisis, no hacer mudanza. O quizá también porque está sobrepasado por los acontecimientos y despedir a un fiel colaborador para nombrarle un sustituto requiere tiempo, meditación, táctica y hasta estrategia. Y él siente, supongo, que no están los tiempos para estas florituras.

Sin embargo, ya digo, a veces la crisis en un Gobierno circula por cauces independientes a la voluntad del propio presidente de ese Gobierno. Y aquí fallan coordinaciones, fallan titulares de departamentos —no hay más que ver cómo se ha fabricado la reforma laboral aprobada este martes en medio del patente descontento incluso de miembros del grupo socialista—, falla la marcha conjunta de una selección que, además, pretenda ganar el mundial político. Zapatero empezó queriendo ganarlo; ya no estoy seguro de que ahora lo que más desee, en realidad, no sea perdurar, aun noqueado, hasta que lleguen las elecciones liberadoras. No entiendo de otro modo la parálisis que significa mantener este Ejecutivo como está.