La catástrofe medioambiental que arrasa las costas norteamericanas del Golfo de Méjico ha provocado una ola de indignación en el país petrolero por excelencia —Estados Unidos— y forzará, sin duda, una revisión de las condiciones de perforación y explotación en las plataformas marinas. Barack Obama habló de una moratoria en las exploraciones marinas que los tribunales ya le han tumbado, aunque los analistas de la Agencia Internacional de la Energía dan por segura la aparición de nuevas normativas que serán impuestas a la industria petrolera para garantizar una mayor seguridad en la explotación de plataformas marinas. El desastre ecológico generado por BP en el Golfo de México, dicen, retrasará proyectos en marcha y afectará a la producción mundial.

En este contexto internacional — existe preocupación en Perú, donde se va a explorar la plataforma marina situada frente a la costa de Lima, y en Canarias, donde Repsol tiene pendiente la autorización para una campaña de sondeos — resulta extraño el silencio del PP valenciano, que durante meses combatió con una violencia verbal inusitada la posibilidad de que una compañía investigara la más que probable presencia de crudo en el Golfo de Valencia.

En cualquier caso, la investigación petrolífera no va a parar. Pese a los esfuerzos de la última década y si Craig Venter no lo remedia con su combustible fabricado por las algas, la demanda de petróleo va a seguir aumentando en los próximos años. La Humanidad ha descorchado ya muchas botellas de cava derrochando el petróleo y le quedan muy pocas, pero se empeña en seguir buscándolas en el último rincón del sótano planetario.