El INE volvió a constatar ayer la brecha salarial existente entre hombres y mujeres, tanto en la Comunitat Valenciana como en el conjunto de España. Y se mantiene una diferencia superior a la media nacional aunque es más reducida que en años anteriores. Se trata de una situación injustificable en una sociedad que aboga por la igualdad, sobre todo cuando parte de esa brecha se mantiene en puestos de idéntica calificación laboral en los que no se cumple la máxima de «igual salario a igual trabajo». Pero en el caso de la Comunitat Valenciana, las diferencias se agravan por la propia composición del mercado laboral. Una mujer con contrato temporal es el perfil del trabajador peor remunerado, según el estudio del Instituto Nacional de Estadística. Pues, bien, gran número de mujeres valencianas encaja a la perfección en ese perfil en sectores económicos muy tradicionales como, por ejemplo, el hortofrutícola: la mayor parte de la mano de obra en los almacenes es femenina, con contratos fijos discontinuos.

Pero la discriminación no se produce sólo en esos ámbitos, sino también en los puestos ejecutivos, donde las mujeres no han conseguido romper aún el famoso «techo de cristal» que les impide acceder a lo más alto en igualdad de condiciones. Quedan, pues, muchos retos por vencer para conseguir la auténtica igualdad: aunque las leyes la establezcan sobre el papel, mientras no se traslade a la realidad social y, sobre todo, económica, no será real.