El último boletín económico de Información Comercial Española del Ministerio de Industria, a partir de datos recopilados por el Instituto Nacional de Estadística, recoge el decepcionante dato de que la riqueza de la Comunitat Valenciana por habitante se ha desplomado un 8,1% desde el año 2000. El análisis económico del Ministerio de Industria señala que la valenciana es una de las ocho comunidades autónomas que han visto desplomarse su producto interior bruto por habitante, frente a otras como la vasca o la asturiana, que en el mismo período han registrado crecimientos por encima del 10%. La tasa de crecimiento negativo sitúa a la Comunitat Valenciana nada menos que 11,5 puntos por debajo de la media española y no hace tanto que la economía valenciana se encontraba la cuarta en el «ranking», peleándose con la aragonesa por la tercera posición, y en unos años nos vemos, como los ciclistas mediocres, perdidos en mitad del pelotón. Podrán achacarse los pésimos datos de la economía valenciana al importante incremento de la población que se ha registrado en los últimos años, pero las cifras no engañan, somos más, pero también más pobres. Para explicar la caída vertiginosa de la riqueza de los valencianos en la última década, tendremos que empezar a asumir alguna responsabilidad y dejar de repetir de forma machacona que la culpa es únicamente del Gobierno central, que se esfuerza en impedir nuestro desarrollo económico.