A menos de dos meses de las elecciones legislativas en Estados Unidos, que los sondeos predicen serán ganadas por el Partido Republicano, pese a que éste está peor visto que el Demócrata por los electores, otro sondeo reciente vuelve a confirmar dos características estructurales del electorado norteamericano.

Una se repite históricamente, aun en los momentos de mayor presencia de Estados Unidos en el exterior: lo que cuenta verdaderamente en las legislativas de este país son sus problemas internos y, especialmente, su situación económica. Así, en la lista de nueve temas que preocupaban más a los encuestados en estos días, no aparecieron ni Oriente Próximo ni Iraq. Ni la relación con Europa o el impacto de la creciente influencia de China o Rusia. Ni siquiera Irán. Como tema exterior que importase tan sólo aparecía la situación en Afganistán y eso en séptimo lugar. Todo lo cual muestra, una vez más el eterno aislamiento en el que el alma profunda del país, apoyada en su enorme extensión y su capacidad de autosuficiencia, es capaz de vivir con respecto a lo que ocurre en su alrededor. Todo ello pese a que una parte importante de las elites políticas norteamericanas afirme la necesidad de que su país esté presente en el mundo exterior y ejerza su liderazgo en él.

La otra característica es la de los ciclos electorales y la tendencia a que el partido gobernante tiende a perder peso en las llamadas elecciones a medio término, o sea, las que se producen a los dos años de las presidenciales. De aquellos nueve temas que parecen preocupar especialmente al país, tan sólo respecto al último de ellos, la situación medioambiental, los encuestados reconocían que el partido demócrata era capaz de aportar mejores soluciones que el republicano. En todos los demás temas, incluidos los cruciales de la economía, creación de empleo, temas presupuestarios, etcétera se juzgaba a los republicanos como mejor capacitados que los demócratas para afrontarlos con éxito. Mala señal para los demócratas, para quienes la retirada de Iraq e incluso la búsqueda por parte del presidente Obama de paz en Oriente Próximo parecen estar ayudándoles poco a reequilibrar la iniciativa política a su favor. Y ello puede tener consecuencias devastadoras para el programa político de Obama, cuya buena suerte hasta ahora es que contaba con mayorías tanto en el Congreso como, aunque tenue, el Senado. Con la esperada pérdida de esas mayorías, que supondría la derrota en noviembre, el partido republicano, azuzado por el emergente movimiento del Partido del Te (en alusión al Boston Tea Party, revuelta hoy icónica de los colonos norteamericanos en 1793 contra el impuesto a la importación del té, que impulsó la lucha por la independencia del país) parece estar preparando ya su plan de obstaculización legislativa de iniciativas pendientes de Obama. Campos tan importantes como educación, energía, reforma financiera, reestructuración económica, política migratoria, empleo y mejora de infraestructuras se verán afectados.

Jefe adjunto de Coordinación y

Análisis. Dirección General de Relaciones Exteriores de la Comisión Europea