El Consejo de Ministros ha dejado pasar otro viernes sin confirmar a Zarra como sede del almacén de residuos nucleares. Hasta Zapatero dijo que la localidad valenciana era la opción preferente a la vista de los informes, pero la decisión no se consuma. La dilación no hace otra cosa que alimentar el runrún que corre y que en esencia dice: el Gobierno va a esperar a las elecciones catalanas del 28 de noviembre; si gana Convergencia, pronuclear, el almacén se va a Ascó; si repite el PSC, Zarra volverá a ser «preferente». Si este escenario es el tablero en el que se ventila el destino de 700 millones de euros de inversión, con empleos en el Valle de Ayora, laboratorios de investigación, mejoras viarias y un largo etcétera, el Ejecutivo no debió convocar el concurso de municipios ni tampoco filtrar que la opción valenciana iba en cabeza. Debió decidirse a dedo por Ascó. Algunos y sobre todo algunas se habrían ahorrado las explicaciones que tendrán que dar a los valencianos.