Volveré a perder la noción del tiempo y del espacio en plena calle, calles de tierra, con mis amigos de canicas y pedradas, de columpios y vaivenes, de miedos y colegios de rezo diario. Volveré a mi banco de madera en el paraíso del deseo, donde empezó la llama de mi amor, allí donde un simple roce sofocaba la tarde y erizaba todos mis sentidos. Volveré al vacío de la soledad, angustioso como todos los vacíos, pero donde te encuentras a ti mismo, frente al espejo (ojalá me mire sin miedo y reconduzca mi camino). Volveré a mi inocencia; y ahora sé que no era inocencia sino pureza, era yo, antes de verme enterrado por las experiencias. La vida vivida diluye la esencia de uno y sólo cuando recuperas algo original de ti eres realmente feliz.

Volveré a ver correr detrás de mí a mi madre por el infinito pasillo de mi vieja casa encantada, hasta que me cogía y me llenaba de besos y gritos de amor. Volveré a refugiarme en ella, a sentir sus brazos, a llenarme de su perfume. Volveré a ver a los amigos que ya no están aquí, a compartir el Fortuna con mi querido «Mecha», de fondo Jaume Sisa («cualquier noche puede salir el sol», repetida una y otra vez). Amigos de sueños, de esperanzas, de ilusión en el futuro; estaba todo por hacer, pero el mundo era nuestro. Cómo los echo de menos, a los que no están y a los que están, pero tristemente lejanos, por el desgaste del tiempo y las ausencias, qué solo me dejaron.

Volveré a comprar pegatinas subversivas del «País Valencià» en la legendaria librería Set i Mig; volveré al espíritu de la Transición, a los debates de La clave, a años luz de La noria. Volveré a ilusionarme con políticos por devoción, no de profesión. Volveré al respeto por las ideas diferentes a las mías, al diálogo. Volveré, volveremos a ver caer el muro, ese muro de las dos Españas. España, camisa blanca de mi esperanza, volveré.

Volveré a hacer el Camino de Santiago, o al revés, el Camino volverá a hacerme a mí, porque es él el que te hace a ti, te moldea, te renueva, te hace más humilde. Volveré a ver la luna iluminando el Camino; y es ahí cuando el cielo y la tierra se ven más unidos que nunca, en la oscuridad, donde cualquier piedra parece una estrella y cualquier estrella parece una piedra. Tú estás flotando en medio del infinito, y el mundo que pisas (que parece tan importante) se convierte en un pequeño grano de arena de la gran playa universal. Volveré a encontrar a otras personas que caminan como yo hacia el conocimiento interior. Un viaje de emociones, un viaje de nuevos amigos, amigos de verdad.

Volveré al Clot de la Sal en el Vinalopó, rambla adentro, esencia y alma de mi pueblo; sal, sol, tierra, sudor y lágrimas que han convertido a mis paisanos en hombres y mujeres fuertes que miran a la cara, que no se arrodillan ante nada, que se enfrentan a la vida con pasión, imaginación y trabajo. Volveré a ver Novelda crecer, nunca se rendirá. Fuimos capaces de levantar un pueblo donde no había nada, donde la naturaleza pasó de largo. ¿Cómo no vamos a ser capaces ahora de superar las dificultades del camino? Superaremos este bache juntos, como tantas veces lo hemos hecho en la historia.