Queremos saber hoy cómo va a ser el clima del mañana y, sin embargo, desconocemos muchos detalles de cómo fue nuestro clima en el pasado….o no del todo. Afortunadamente en nuestro país han ido apareciendo grupos de investigación que intentan desmenuzar con fuentes materiales (sedimentos, troncos de árboles, pólenes) y documentales (legajos, libros, cuadernos) los rasgos del clima del pasado. Significativamente el litoral mediterráneo reúne una buena parte de esta investigación en España (Universidades de Girona, Barcelona, Tarragona, Castellón, Valencia, Alicante, Murcia). Es otra manera de escribir la historia de los territorios y de sus gentes, de sus condiciones ambientales –a menudo difíciles- y de las respuestas frente a lo extraordinario. Es una suerte de historia total que permite una fructífera relación entre disciplinas (historia, geografía, geología, biología ). La Universitat de València acaba de editar un libro delicioso del prof. Armando Alberola que recoge el resultado de varios años de investigación sobre las condiciones climáticas en el País Valencià a lo largo del siglo XVIII. Recuperando el título de la magnífica canción de Raimon, Quan la pluja no sap ploure va desgranando los acontecimiento meteorológicos extremos que marcan la vida de una sociedad en un momento histórico complejo. No puede entenderse la investigación sobre historia de los pueblos sin la referencia precisa a las condiciones atmosféricas en cada momento. La catástrofe climática marca la vida de un territorio, modela actitudes de sus gentes, condiciona respuestas políticas. El clima tiene su historia, su pasado, pero la historia se desenvuelve también en unas condiciones climáticas. Así se refleja con maestría en este libro de un brillante historiador social.