En un espacio corto de tiempo me han impactado profundamente dos noticias, de contenido diferente, pero ambas relacionadas con la memoria histórica. La primera de ellas, que por supuesto me ha producido gran tristeza, el fallecimiento de dos viejas luchadoras antifranquistas, Teresa Morán y Carmen Cuesta. Mujeres que pertenecieron a una generación de luchadoras rebeldes y honestas, que para todas nosotras han sido ejemplo de ética y de solidaridad revolucionaria.

Y la segunda noticia, que volvió a introducirme en una pesadilla que creía olvidada: la señora Salvador vuelve a la carga. He recibido una convocatoria de una jornada que se va a realizar en Valencia, en el próximo mes de noviembre, bajo el llamativo título «Primeras jornadas internacionales: Genocidios y crímenes contra la Humanidad». Entre los participantes, por supuesto, se encuentra la señora Salvador, a la que se le adjudica los siguientes méritos: … descubrió las fosas comunes del Cementerio de Valencia (…) es la autora del proyecto y publicación del libro «El genocidio franquista en Valencia». Cuando no hay certeza histórica documentada, todo es posible. Vuelvo a insistir en que ya pesan demasiado los silencios de la universidad valenciana. Saldar los derechos de las víctimas antifranquistas a cualquier precio no se lo merecen.