Los expertos lo advirtieron ayer en Valencia: la morosidad real de las entidades financieras supera el 10% y duplica la declarada en los libros contables. Esta denuncia responde a lo que todo observador sospechaba: un maquillaje de las cuentas que augura un futuro más difícil que el ya dibujado si no se adoptan medidas drásticas. Esta situación se ve agravada además por la reiterada negativa de bancos y cajas a devaluar en sus balances fundamentalmente el valor de los inmuebles —pisos en su mayor medida— que se han tenido que quedar a cambio de las deudas de los promotores a la espera de que repunte la demanda. Y esa resistencia, a su vez, mantiene bloqueado un mercado inmobiliario donde los precios no bajan lo que deberían pese a las manifestaciones al respecto de los constructores, con lo que es imposible romper el círculo vicioso que el propio sector y la banca contribuyeron a crear.