El nacimiento del Tea Party o Movimiento del Té es uno de los factores que más están definiendo la actual campaña electoral de Estados Unidos, que llegará a término la semana próxima con la renovación de todos sus representantes (diputados), un tercio de sus senadores y dos tercios de sus gobernadores. Dicho movimiento nació el año pasado como protesta contra las iniciativas de Obama, que consideraba excesivamente izquierdistas e intervencionistas. Pese a su nombre, que proviene del movimiento que así se llamó y en el que dice inspirarse, que dio origen en Boston a la lucha por la independencia de Estados Unidos, no es un partido, sino una corriente ideológica sin adscripción o papel formal en el Partido Republicano a ciertos de cuyos candidatos apoyan.

La difícil situación económica en el país, con el consiguiente descontento social y clara animadversión hacia los políticos en el poder, tanto demócratas como republicanos, junto a su visión atractivamente simplista de los problemas que afectan a Estados Unidos y sus promesas de retorno a un pasado mejor, han dado alas a esta difusa formación. Con buena intuición política se les ha unido la telegénica Sarah Palin, que ha recuperado la visibilidad adquirida durante la pasada campaña presidencial, y cuyo impacto mediático ha dado, al mismo tiempo, mayor protagonismo y energía a ese movimiento. Así, ha hecho mella en un electorado extremadamente preocupado por lo inesperado de la crisis, por su duración y fuerte impacto, así como por la falta de salida evidente, y ansioso de mensajes sencillos y soluciones claras. Y las que el Movimiento del Té proporciona, lo son.

Su mensaje, populista, fuertemente individualista y anclado en el libertarismo, es el de la disminución permanente de los impuestos, oposición a los déficits en el presupuesto nacional, disminución de la presencia del Estado, no a las reformas recientes del sistema de salud, eliminación progresiva de la Seguridad Social, puertas cerradas a la inmigración, negación de la ciudadanía automática (que hasta ahora se otorga en contraste con, por ejemplo, la legislación española) para quienes aun nacidos en tierra norteamericana son hijos de extranjeros, no al multiculturalismo, no al control de armas, etcétera.

Significativamente, no se ha pronunciado sobre delicados temas sociales como la homosexualidad, el aborto o el evolucionismo, que muchos de sus votantes sin duda también rechazan. El éxito de este movimiento en las elecciones de la semana próxima es todavía una incógnita, aunque es más que posible que varios de los candidatos que apoya lleguen a ser representantes, senadores y gobernadores. De hecho, algunos ya han ganado elecciones especiales y primarias en estos últimos meses. De lo que sus esfuerzos logren ahora, dependerá el tamaño de la probable victoria del partido republicano e incluso el equilibrio de poder entre los dos partidos principales. Ahora bien, como protesta radical de masas que es este movimiento, es dudoso que tenga permanencia pues muchas de sus propuestas colocan en la marginalidad política a los candidatos a quienes apoyan.

Coordinador de Fiscalidad y Desarrollo. Dirección General de Desarrollo de la Comisión Europea.