Si todavía se muestra incrédulo cada vez que su vecino comparte con usted, en el ascensor, un pronóstico del tiempo basado en una dolencia de origen reumático, quizá no dé demasiado crédito a este hallazgo científico: un grupo de expertos en geofísica de la Universidad de Arizona (EE UU) cree que existe una correlación clara entre las fases lunares y las pautas de precipitación o el incremento de los cauces fluviales. Las poblaciones indígenas del oeste norteamericano llevan, al parecer, bastante ventaja a los investigadores. Desde hace siglos transmiten de generación en generación un rico folklore según el cual los ciclos más lluviosos tienden a acontecer justo antes del cuarto menguante. El grupo de científicos ha procesado datos obtenidos por las estaciones meteorológicas desde 1895 y ha alcanzado la misma conclusión. La fase lunar entre la luna llena y la luna nueva registra hasta un 5% más de lluvia o nieve, con la consiguiente crecida en ríos. Un factor, ahora corroborado, que ayudará a preparar a las poblaciones de posibles complicaciones derivadas de las avenidas fluviales.