Camps ha viajado a Italia con parte de su escudería —Rita dentro de ella— a fin de estudiar la posibilidad de traerse un parque temático de Ferrari para Valencia después de quedar prendado el año pasado del que existe en Abu Dabi. Precisamente ayer allí, Alonso y Massa presentaron el invento a todo cristo. A final de mes, ambos campeones —el asturiano y el valenciano— y uno que no lo es —el brasileño— coincidirán en el circuito de Cheste en el que, por segundo año consecutivo, se celebrará la Ferrari World Finals, el cierre festivo con el que la marca italiana dice adiós a la temporada junto a sus seguidores. Respecto al reto decisivo del domingo, los analistas coinciden en que está claro que «no hay margen de error». En este terreno, la ventaja del presi de la Generalitat es llamativa. Para él, el margen de error no supone problema alguno. Los que va generando se los zampa tal como se producen convencido de que al final da igual ocho que ochenta y que se hará con la carrera. Con estos antecedentes y los restantes que la afición conoce de sobra, no sería de extrañar que le den el parque. Aceptémoslo: cuando se pone a conducir dentro de los circuitos de exhibición, sobrecoge. Va como un bólido. De hecho, son ya varias las poles que atesora en su palmarés cuando pocos creían que su estilo despertara entusiasmo.

El giro de ciento ochenta grados que ha deparado su impronta abre un abanico de posibilidades hasta mayo mediante en el que sabremos si el fuerte cuño del pepé en el que monta acusa el cambio de neumáticos, se queda en el repostaje o vuelve a salir del mismo con el rival a distancia. Si a Fernando Alonso se le conoce por El príncipe de las tinieblas porque es el que mejores resultados ha obtenido en pruebas nocturnas, Camps debe ser ya como mínimo el emperador. De ahí que ande loco por traerse ese parque temático que al parecer cuenta con unas veinte atracciones y que, eso sí, comparado con las que tenemos, no deja de ser una insignificancia.