José Antonio, «Antón», Sáenz de Santa María Tinturé, militar asturiano que acabó sus días en 2003 como teniente general en la reserva, que dirigió la Policía Nacional y la Guardia Civil y fue asesor del ministro de Interior José Barrionuevo, no es el padre de la portavoz del Grupo parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados, Soraya Sáenz de Santamaría. La grafía del apellido debería ponernos sobre aviso si hacemos caso al periodista asturiano Diego Carcedo, quien, en la necrológica que le dedicó, aseguraba que ni el BOE ni los periodistas llegaron a escribir bien sus apellidos porque le ponían o le tumbaban la «n» de Sáenz o le juntaban la María a la Santa, asorayándolo. Se aclara la falsa paternidad porque Wikipedia dice en la voz dedicada a la política vallisoletana que es hija del militar asturiano y, en justa reciprocidad, añade en la voz del militar asturiano que es padre de la política vallisoletana. Pues ni uno ni otro. Viene al caso porque, a su vez, en la foralidad internetia aparecen frecuentemente cargas políticas a la hija por el padre que no tendrían fundamento si hubiera herencia genética de por medio, pero que tienen aún menos cuando no la hay. Como la larga vida de José Antonio Sáenz de Santa María fue, pues eso, larga y en un siglo revuelto tiene de todo. Fue joven falangista voluntario en 1936 para combatir a las órdenes del coronel Aranda en Oviedo y se quedó en el Ejército, aunque hubiera querido ser arquitecto (siempre según Carcedo). Cuarenta años después, cuando ya había creado los GEO y sido clave en la neutralización del intento de golpe de Estado del 23-F, asumía la Dirección General de la Guardia Civil con el Gobierno de Felipe González.

Alguna vez se le acusó de complicidad con los GAL, grupo que actuó contra ETA en los tiempos en que él era director general de la Guardia Civil, lo que negó siempre, aunque a veces con argumentos como: «Luchar contra el terrorismo es muy complejo. En esa lucha hay cosas que no se deben hacer, y si se hacen, no se pueden decir, y si alguien las dice, hay que negarlas». Pues hay quien quiere preguntarle a Soraya por esas cosas como si la hubieran dormido con cuentos de cuna de guerra sucia.