Luego dicen que el valencianismo ve fantasmas y que tiene carácter anticatalanista. La presencia del expresidente del Barça Joan Laporta en su delirante e inexistente País Valencià no es más que otra provocación del catalanismo nacionalista ultramontano, de raíz esencialista tipo nazi, que busca votos y presencia mediática a base de payasadas. Lo que pasa es que el amigo Joan Laporta no nos hace gracia a los valencianos y si como primera providencia no nos llama por nuestro nombre (eso de País Valencià es un invento pro païssos catalans) a él y a los suyos les llamaremos como queramos.

Si viene a insultar y a provocar, lo único que va a conseguir es crispar y recoger las consecuencias de su provocación. Si no lo quiere, es tan fácil como que se quede en su casa. Y punto. Pero si se empeña en violentar nuestro Estatuto, violar la Constitución española y tocarnos las narices a los valencianos, pues sólo él será responsable de lo que pase, porque no todos los valencianos responden con la carcajada a la payasada catalanista o son capaces de reprimir la rabia que producen este tipo de andanadas.

Con los graves problemas de endeudamiento, crisis, paro, despilfarro y corrupción que tenemos los valencianos, ahora viene este payaso a abrir otro frente en la batalla lingüística que ya sostenemos los valencianos desde hace más de 30 años sin que encontremos la forma de detener el proceso de catalanización de nuestros colegios, universidades, administraciones y medios de comunicación. Bastante tenemos con la catalanista Academia Valenciana de la Lengua (AVL) creada entre el PP y el PSOE como para que ahora llegue Joan Laporta a poner la guinda a todo este infecto pastel catalanista.

Y tiene el cinismo de pedir a Camps y al delegado del Gobierno que, como su mitin es un acto legalmente autorizado, le garanticen su seguridad ante la previsible respuesta de la «extrema derecha». Ya estamos otra vez con el cuento y cantinela de la horrorosa «extrema derecha». Pues aquí no hay más «extrema derecha» que el que quebranta la letra y principios de nuestra Constitución y nuestro Estatuto de Autonomía valenciano, en los que para nada aparecen recogidos los enteléquicos, falsos e inexistentes païssos catalans de Juan Lapuerta y de toda la patulea nacionalista catalana.

Los valencianos somos un pueblo pacífico. Yo diría que excesivamente pacífico. Pero que no piense que todos somos iguales. Y si Joan Laporta viene a tocarnos las narices, las raíces, la legalidad y nuestra identidad, se puede encontrar con cualquier tipo de respuesta. Así que lo mejor que puede hacer es quedarse en su casa.

Presidente de Coalició Valenciana