El lunes se celebra el Día Mundial de los Humedales. La efeméride, como tantas otras, sirve como poco más que una escusa para reflexionar sobre estos espacios naturales, cuyo papel en los difíciles equilibros de la naturalezas sorprende todavía. Pese al desprecio con el que la raza humana ha visto siempre los terrenos encharcadizos, incultivables y fuente de enfermedades, los dirigentes de 159 países han sido capaces de ponerse de acuerdo en la protección internacional de 1.886 humedales repartidos por todo el mundo que suman 185.156.612 hectáreas. Es el fruto del convenio Ramsar, firmado en la ciudad iraní en febrero de 1971 y que constituye un referente en la protección de la naturaleza. España se adhirió al Convenio Ramsar en 1982 y desde entonces ha incorporado a la Lista de Humedales de Importancia Internacional 63 zonas húmedas con una superficie de 281.768 hectáreas. Doñana y las Tablas de Daimiel, la Albufera, Gallocanta, etc. son nombres conocidos de la geografía española en los que la protección del tratado Ramsar no siempre ha logrado frenar su deterioro.

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