El presidente del Gobierno atribuye a los virajes de la economía mundial sus cambios en política económica, social, industrial, financiera y energética. Hasta ahí, no le falta razón. Sería absurdo que ante una crisis sistémica, que ha puesto todo patas arriba, el Gobierno siguiera con la misma partitura, como la orquesta en el comedor del Titanic. También el modo de afrontar la crisis ha cambiado en el mundo, y se ha pasado de soltar sedal financiero sin tasa a recogerlo a toda prisa. Ahora bien, el problema está en que ZP, más o menos desde hace un año, da la sensación de no tener bien sujeto el volante, ni atinar con los pedales. Es como si los dichosos virajes hubieran mareado al conductor, y después de las endemoniadas curvas el vehículo siguiera dando bandazos, con todos nosotros dentro. Aunque a lo mejor es que también estamos mareados, y la que da vueltas es nuestra cabeza.