Las cajas rurales de la Comunitat Valenciana ya llevan tiempo introduciendo planteamientos de mejora desde el punto de vista de la consecución de economías de escala y generación de sinergias. Todas ellas están acometiendo un proceso de redimensión óptima que les permitirá conservar sus peculiaridades y buscar nuevas oportunidades de negocio en una sociedad cambiante a la que han sabido adaptarse, pasando de ser eminentemente agrarias a cubrir todas las necesidades de socios y clientes, sin olvidar nunca de donde vienen. La situación actual de crisis ha intensificado este debate interno hacia la búsqueda de un nuevo modelo de negocio, lo suficientemente plural para que tengan cabida las distintas cajas rurales existentes en nuestra comunidad.

Actualmente, además de tener entidades solventes, con buena liquidez, poco expuestas al sector inmobiliario y cercanas a sus clientes, es también preciso la búsqueda de dimensión y, especialmente, la búsqueda de eficiencia para poder competir en un mercado global cada vez más competitivo y en el que triunfarán las entidades financieras capaces de cubrir las diferentes necesidades. Así, el proceso integrador de estas entidades financieras avanza en varias direcciones. En primer lugar, 14 cajas rurales se han constituido como fundadoras del Grupo Cooperativo Cajas Rurales del Mediterráneo (CRM), 100% valenciano y liderado por Ruralcaja; en segundo, el Grupo Cooperativo Cajamar, formado por cinco entidades valencianas y una balear, liderado por Cajamar y primer SIP autorizado por el Banco de España; y el resto, que podrían formar parte de cualquiera de los dos Sistemas Institucionales de Protección (SIP) de ámbito nacional, el denominado Solventia, y del que forman parte nueve cajas rurales valencianas, y el SIP auspiciado por la propia Asociación Española de Cajas Rurales, en el que se tiene previsto se integre el propio Grupo Cooperativo Cajas Rurales del Mediterráneo.

Se trata de un recorrido que permitirá alcanzar una mayor cohesión entre las cajas rurales para hacer frente con éxito a las dificultades actuales del mercado financiero y afrontar el futuro de la nueva realidad económica con un nuevo modelo de negocio más abierto y plural, con energía renovada y los mismos valores en cuanto implicación social, y compromiso con el territorio, sus socios y clientes. El cooperativismo de crédito, con una gran implantación en la Comunitat Valenciana, tiene un peso específico de primer orden en el conjunto de su economía, tanto por su peso económico y expansión, como por liderar, promover o constituir el pilar financiero de determinados grupos empresariales cooperativos, siendo muchas motor económico y social en su ámbito de actuación.

Desarrollamos nuestra actividad en un entorno cada vez más competitivo, donde cada vez están menos asegurados los nichos territoriales y la tradicional fidelidad de la clientela. Estamos integradas en la llamada economía social, pero como empresas estamos obligadas a la búsqueda de rentabilidad como vía de creación de valor y servicio, tanto para nuestros socios como para los clientes y las zonas de origen, lo que nos diferencia del resto de entidades bancarias.

Estoy convencido de que las cajas rurales seguirán aportando a la Comunitat Valenciana el valor por el que fueron creadas. Es evidente que son necesarias y apostamos porque los procesos de integración iniciados lleguen en un futuro corto a producir todas las ventajas que de ellos se espera. Sigo considerando que el sistema financiero valenciano ha sido y tiene que seguir siendo uno de los principales fundamentos de nuestro desarrollo económico. Su pasado y su realidad merecen un voto de confianza.