La fusión de Bancaja y la CAM, que se planteó hace años por la Generalitat Valenciana como estructura de poder valenciano para defender los intereses financieros e industriales de los ciudadanos de nuestra comunidad, se fue al garete y todo ha quedado en agua de borrajas. Ni poder, ni valenciano. Bancaja y la CAM han pasado a manos castellanas, la primera, y asturianas la segunda y, si Dios no lo remedia, en un breve futuro acabarán en manos de Botín (Santander-Banesto) y del BBVA. Lo mismo que ocurrió con el crédito social del franquismo, articulado en torno al Banco Hipotecario y que con el tiempo fue privatizado hasta quedárselo el BBVA, las cajas públicas valencianas —Bancaja y CAM— quebradas por la política a base de pagar los caprichos de nuestros dirigentes (Terra Mítica, Ciudad de la Luz…) se las quedarán los banqueros de siempre.

El PP de Zaplana y Camps ha arruinado no sólo su propio proyecto de poder valenciano sino las propias cuentas de resultados de las entidades. Esto ha hecho que el Banco de España les haya obligado a fusionarse con otras cajas españolas como antesala de su reparto a la banca privada española algo que, tal como están las cosas y la próxima llegada de Rajoy al poder en el 2012, me imagino que negociará el propio Rodrigo Rato, presidente de Bankia, la nueva caja resultado de la absorción de Bancaja por las cajas castellanas (Cajamadrid).