El martes, una sonriente y al fin bien encajada Concha García Campoy en el informativo matinal de Telecinco, saludaba la llegada de Josto Mafeo con su mazo de portadas de periódicos, que el periodista desgrana con soltura, picotazos de sutil ironía, y excelente desenvoltura en el arte del resumen de lo más destacado de la prensa. Hasta ahí, normal. Pero Josto, todo un caballero, felicitó a Concha por ser mujer trabajadora, y a Belén, por estar ahí, detrás de la cámara, y al resto de mujeres del equipo, obreras a las que también extendía su felicitación. El martes se celebró el Día de la Mujer Trabajadora. Muy bien, todo muy civilizado. Pero en esta cadena privada, como en el resto, se emite publicidad. Y el informativo mañanero de Concha tiene varios cortes entre secciones que dan paso a los anuncios. El primero de la tanda invalidó de golpe la escena. Puso las cosas en su sitio.

Olvídate de fregar cacharros, ya tienes lo que estabas esperando, decía la dinámica voz mientras en pantalla se veía un robot de esos que te hacen el potaje, la paella, la sopa y el flan. La publicidad no engaña. Y por eso, porque al final de la escalera quien lleva la casa, la compra, la cocina, se preocupa de la plancha, o del médico del nene es la mujer, a la mujer, tal como se veía en el anuncio, van dirigidos estos artilugios «que te ayudan en el hogar». En ese anuncio había otros mensajes, sutiles como la ironía de Josto. En el salón, mientras el robot cocinaba, la señora de la casa se dedicaba a otras cosas, pero acompañada por su joven hija, es decir, el relevo generacional, para que se dé cuenta de que los adelantos le ayudarán en el hogar, su verdadero reino. En resumen, que la mujer trabaja fuera, y la mujer trabaja en casa. Es una máquina. Nacida para trabajar.