Santiago Segura pensó en Eduardo Zaplana como la encarnación ideal del malo de su nueva película de Torrente. Veía en él la viva representación del poder, con su bronceado permanente, siempre con su traje y su sonrisa de medio lado. El expresidente valenciano y exministro le dio calabazas, como ya antes habían hecho Mario Conde y Luis del Olmo. Al final, es Francisco, el cantante de Alcoi, el que interpreta al villano Rocamora. Es de agradecer al creador del personaje del policía que ofrezca papeles de malo a personas en activo, en plenitud de facultades y reconocimientos —si caben—. Denota valentía y contrasta con la hipocresía que abunda estos días hacia otros villanos, los que sólo lo son cuando están a punto de caer en desgracia. Nunca hasta ahora fue señalado como tirano el egipcio Hosni Mubarak, ni tampoco Gadafi, a quien en todo Occidente, incluida España, se le reían las gracias hace bien poco, incluidas su jaima y sus treinta vírgenes.