El accidente de Fukushima ha reabierto el debate sobre la energía nuclear. Y se ha convertido en un poderoso argumento para los contrarios a este tipo de energía. En España, además, existe un debate abierto sobre el futuro y las moratorias sobre las plantas. En Japón, sin embargo, hay 55 reactores nucleares funcionando. Han logrado resistir el impacto del terremoto devastador, de 8,9 grados en la escala de Richter cuando no están preparadas para ese impacto. Japón es el tercer productor de energía atómica tras EE UU y Francia. Esta tecnología permite producir grandes cantidades de energía eléctrica a un precio muy inferior a las centrales de ciclo combinado o eólicas. El complejo de Fukushima es de 1971 y está situado a 240 kilómetros de Tokio. Es, por tanto, una de las más antiguas de Japón y su tecnología es análoga a la de Garoña. Funcionan por ebullición del agua, un proceso muy seguro. El procedimiento es igual al de Cofrentes, pero el reactor de ésta nada tiene que ver: es mucho más avanzado y moderno que el de aquellas dos centrales. En cualquier caso, el debate sobre la seguridad atómica se ha reabierto y sería imprudente minimizarlo o ignorarlo. El Gobierno japonés ha de ofrecer toda la información a la opinión pública, reforzar las medidas de seguridad y frenar el posible caos. Dos de los reactores de la central estaban parcialmente fundidos anoche. En cualquier caso, si se cumpliera lo peor, los expertos subrayan que los reactores cuentan con sarcófagos de seguridad, cosa que no ocurría en Chernóbil.