La población mundial se acerca ya a los 7.000 millones de personas, de las que prácticamente el 80% se concentra en las grandes urbes. Dice una reciente resolución de las Naciones Unidas que el agua potable y el saneamiento básico es un derecho humano esencial. Pero no toda el agua del Planeta se puede beber porque el 97% es agua salada y el 3% restante es agua dulce.

Esta es la primera radiografía de una realidad que, cada 22 de marzo, las Naciones Unidas nos pone delante para que participemos activamente desde la responsabilidad en el uso justo y distributivo de este recurso vital.

Nos referimos al Día Mundial del Agua que en esta convocatoria se centra en el «agua para las ciudades: respondiendo al desafío urbano». Así es, las ciudades necesitan una buena red de saneamiento que dignifique a las personas que en ella habitan. Así lo entendemos nosotros y respondemos con ejemplaridad a este desafío mundial porque hemos crecido en la escasez y sabemos valorar la importancia que tiene el agua para nuestro desarrollo social y económico.

Para ello, hemos sido la primera ciudad española en disponer de una doble red, la de abastecimiento de agua potable y la de agua no potable. Esta última destinada al riego de parques y jardines, fuentes ornamentales o baldeo de calles, lo que supone un ahorro de agua potable de 4 millones de m3 anuales.

Si cuidamos y vigilamos nuestra compleja y extensa red de infraestructura hidráulica, también cuidamos la calidad del agua potable. Bajo la premisa de «agua de más calidad y mejor sabor», el ayuntamiento viene aplicando nuevos tratamientos de potabilización, como son la aplicación de carbón activo, la aplicación de CO2, o la desinfección mediante luz ultravioleta.

Todo este trabajo se complementa con una seria y continua campaña de concienciación ciudadana sobre el uso eficiente del agua, gracias a la cual, y a las bonificaciones en las tarifas de los más ahorradores, los valencianos están moderando el consumo de agua. De hecho, y a pesar de que el número de abonados ha aumentado, el consumo de agua potable en Valencia ha disminuido en 10% en los últimos 4 años.

Además, en nuestro afán por aprovechar hasta la última gota hemos construido grandes depósitos de recogida de aguas pluviales como el conocido depósito de las tormentas de El Cabanyal, que evita la pérdida de estos caudales al mar. Se trata en definitiva, de una gran cisterna preparada para recoger hasta 20.000 m3 de agua y previa depuración utilizarla para el cultivo de los arrozales y para la propia Albufera.

Pero por mucho que ahorremos y gestionemos bien somos deficitarios y necesitamos de aportaciones externas. De ahí nuestra defensa de los trasvases porque sin ellos peligraría el suministro de agua a nuestra ciudad. De hecho, el 80% del agua que abastece a Valencia y a otros municipios del área metropolitana, hablamos de más de un millón de personas, procede del Canal Júcar-Turia.

Concejala del Ciclo Integral del Agua y Cambio Climático