Conmemoramos este año el 1 º de Mayo en un escenario que no era imaginable tiempos atrás. En apenas una década hemos pasado de tener el Estado del bienestar al alcance de la mano a una etapa en la que se han perdido (o mejor dicho: nos han quitado) todas las conquistas sociales que nos habían ido permitiendo acercarnos a las condiciones de vida que disfrutaban las envidiadas sociedades nórdicas. En estos momentos las políticas neoliberales, asumidas tanto por gobiernos de derecha como socialdemócratas, arrasan con salarios, derechos y servicios sociales.

Desde el sindicalismo; un sindicalismo muy distinto al que puso los muertos en la huelgas por las 8 horas (Chicago, mayo de 1886), lejos de responderse a la ofensiva del capitalismo con posturas de resistencia, se ha optado por ser cómplices de esos recortes y por defender las mismas recetas que proponen banqueros y magnates para salir de la crisis.

Curiosamente, esa terrible crisis no ha sido óbice en ninguno de los años que ya la padecemos los pobres, para que "nuestros" grandes bancos declaren unos beneficios superiores a los 14.000 millones. Tampoco ha motivado la maldita crisis que quienes nos exigen a los pobres trabajar más y cobrar menos, se sientan aludidos por sus sermones y recorten sus desorbitados ingresos; con crisis y todo, los directivos de las empresas del IBEX 35 (la 1ª División de los ricos) se suelen aumentar los sueldos una media del 15%, mientras la media de los salarios del personal que hace producir a esas empresas apenas llega al 1'5%. Pese a tamaña desproporción en el reparto de los beneficios, a la hora de exigir recortes se mira exclusivamente hacia los que más ponen y menos tienen. Curiosa visión de la justicia y la solidaridad la que tienen las clases altas.

Aunque esta situación afecta a casi todos los países de la UE, en España la cosa tiene una repercusión mucho más grave por las peculiaridades de nuestro sistema productivo y por la mayor fragilidad de los servicios sociales que el Estado debería garantizar a todo el mundo y en cualquier situación. Ni la precariedad laboral, ni el paro, ni las pensiones (el 70% por debajo de los 800 euros) de nuestro país se pueden comparar con los datos de nuestros vecinos de arriba. Y aún así, estando nosotros peor pagados y protegidos, las reformas y recortes que se nos están imponiendo son mucho más duros que los aplicados en otras latitudes del viejo continente.

Y por si no fuera suficiente con nuestra crisis en derechos y en ingresos, estamos sufriendo en estos dos últimos meses las consecuencias de un modelo económico, basado exclusivamente en la obtención de beneficios, que amenaza seriamente la continuidad de la vida humana en el planeta. Nos referimos, como ya se habrá adivinado, a la guerra de Libia y al desastre nuclear de Japón. En uno y otro caso se intenta engañar a la ciudadanía ocultando las verdaderas razones de estas tragedias, que no es otra que proteger la libertad de mercado y el modelo consumista.

Desde CGT en este día de lucha internacional, seguimos apostando por la paz y la solidaridad entre los pueblos.

*Secretario General

CGT-PV