Ya está bien, hombre. Abusa de nuestro respeto democrático y nuestra vocación de estricto debate político sin insulto. Al decir que Zapatero «es una mala persona», el exceso verbal de este fúnebre señor que tanto calla cuando le preguntan sobre sí mismo merece que le recordemos las sensaciones que, al oirle, pueden llegar al corazón de los familiares de las 47 víctimas del metro a las que nunca ha recibido o a los familiares de los dependientes que han muerto sin ver reconocida su prestación, mientras el Sr. Camps se ha gastado su dinero en todo menos en trajes. Arropado por el ejemplo moral de Carlos Fabra, volvió a traspasar la línea de lo aceptable al afirmar que él era bueno porque su abuelo le había contado cuentos y le había querido, no como el de Zapatero. Todo el mundo sabe que el abuelo de Zapatero fue un demócrata fusilado por su lealtad a la República. Nunca quieren hablar de memoría histórica y estas alusiones ofensivas a los luchadores por la democracia dejan bien claro por qué. Sabemos de sus obsesiones enfermizas. Sabemos que su campaña dice «centrados en ti», pero su campaña consiste en hacer que se olviden de la corrupción y «centrarse en atacar a ZP». Sírvase usted mismo, Sr. Camps, pero para hablar de algunas cosas, lávese primero la boca. Lo decía mi abuelo, un demócrata del que me siento muy orgullosa y al que tampoco le consiento que insulte. Valencianos, a votar...