Por fin los jóvenes y los desempleados han salido a la calle y las personas que soportaban mal los abusos del poder, los privilegios de la clase financiera y la corrupción se han manifestado públicamente arropados por todos los que coinciden con ellos en el diagnóstico grave de la situación. Afortunadamente, los agentes de las movilizaciones han optado por la vía pacífica y han desterrado la violencia de sus propuestas dando un ejemplo de civismo y desmontando los argumentos descalificativos de quienes ven peligrar sus prebendas.

También es muy bueno que su descontento haya cristalizado en un manifiesto de principios básicos, difíciles de no ser asumidos por cualquier persona de buena voluntad. A lo largo de esta última semana se han ido produciendo propuestas de diferentes miembros de la plataforma y eso es, en mi opinión, lo que se debe hacer, pasar de las declaraciones de intenciones a las propuestas concretas.

El movimiento ciudadano eclosionó tarde, demasiado tarde como para influir claramente en el sentido del voto y para que los partidos tradicionales se comprometieran con sus propuestas, pero no tan tarde como para que no se adivine que, si el movimiento no se desinfla ahora que han pasado las elecciones autonómicas y locales, pueda convertirse en un interlocutor de la ciudadanía frente a los partidos. De manera que éstos se vean abocados a asumir o no el compromiso de apoyar cambios en la ley electoral, poner freno a la corrupción en sus filas, reestructurar los impuestos y cualquier otra propuesta que emane del colectivo. Caso de que los partidos no puedan o no sepan reaccionar positivamente a las demandas de los ciudadanos me temo que la única salida a la vuelta de un año sería que el movimiento de mayo del 2011 se constituyese en agrupación de electores y presentase unas listas a las próximas elecciones generales en las que el programa, más que los nombres de los candidatos, fuera su baza.

Es cierto que todo lo anterior suena a hoja de ruta pero sospecho que si no se cubren las etapas que he enumerado la cosa quedará en loable pataleta y todos volveremos a casa más cansados y mucho más desengañados.