Jugar a la petanca en el café de la Place, recorrer las calles empedradas que pasearon Giacometti, Braque y Picasso. La Colombe d´or de Prevert, Montand y Simone Signoret. Deambular por espacios deshabitados de aquellos últimos mitos y acercarse a la Fundación Maeght en donde las piezas de Chillida dialogan con las de Miró y Calder en sus jardines. El ruido de los viejos oficios, el trabajo de la forja te acompaña en el recorrido de la gran exposición de Chillida y confías en que entre el Gobierno vasco, la Diputación de Guipúzcoa y el Ministerio sean capaces de encontrar una vía para reabrir el Museo Chillida Leku cerrado desde enero, ahora que Donostia será la Capital Europea de Cultura 2016. El recorrido por Saint Paul de Vence te hace admirar la protección del paisaje, de las viejas construcciones y al recorrer la Provenza piensas en el largo camino que nos queda para proteger nuestra naturaleza y nuestro patrimonio, en la voluntad necesaria para hacer las cosas de otra manera y habitar en un urbanismo sostenible. Esos espacios de la escultura de Chillida te llevan siempre a la obra de Juan Muñoz, a esas figuras humanas inquietantes de rasgos orientales de la instalación Many times, grupos dialogantes entre el silencio y el ruido, la soledad y la multitud, la realidad y la ficción. Hacer que las obras se vean y dialoguen. Preservar los espacios. Mantener vivas esas mediaciones entre los individuos y la pulsión colectiva es tan urgente como preservar el espacio de la política frente el gran casino y el mar de desregulaciones que organizan las agencias de rating y los omnipotentes mercados. Preservar y dar sostenibilidad al espacio político porque no bastarán los ajustes fiscales para garantizar el crecimiento y crear empleo.

Hace unas semanas, el candidato de Angela Merkel a la presidencia del BCE, Axel Weber, le dijo no, y ahora será el nuevo presidente del banco suizo UBS a partir del 2013. Mario Draghi era vicepresidente para Europa de Goldman Sachs, el banco de inversión que ayudó a Grecia a maquillar sus cifras de déficit y deuda y ,a partir del 31 de octubre y hasta 2019, sustituirá a Trichet en la presidencia del BCE. Su nombramiento coincidió con la bajada de rating y dudas sobre su solvencia de dieciséis bancos italianos realizada por la agencia Moody´s. Enseguida nos tranquilizó Berlusconi: «Nuestro sistema bancario es sólido». Pero también era sólido el nuestro y asistimos al drama de las cajas, de su liquidación en su proceso de conversión en bancos.

También desde EE UU empiezan a oírse algunas voces crepusculares. Gleen Beck sostenía: «Me rompe el corazón ver cómo esta nación está yéndose al traste». Al parecer, a problemas globales habrá que buscar soluciones globales. Sólo una acción concertada euro-dólar parece que podrá garantizar el crecimiento y frenará la debilidad de las sociedades democráticas y libres frente a otras realidades emergentes. Hace mucho tiempo, Emerson afirmaba: «Vamos a Europa a americanizarnos»; ahora, los europeos tendremos que ir a América a reencontrarnos con Europa. Creer que el destino del euro y del dólar van parejos es afirmar que, entre París y Nueva York no hay el abismo que algunos nos hacen creer.

Frenar al empobrecimiento de la política debería llevar a los partidos a no ser solamente mecanismos electorales. Sin tramas ni argumentos, el actual vértigo del vacío de la política europea no puede sostenerse por más tiempo. Nadie debería sentirse excluido. Hacer la vida política más accesible, a un clic de distancia, más abierta y activa nos permitiría reencontrarnos como ciudadanos europeos. Christopher Hitchens, en una esquina de Nueva York, no pudo llamar a un taxi al quedarse sin voz. La afonía es manifestación de un cáncer de esófago que sufre el escritor. Pero sigue escribiendo: «Hay algo saludable en leer un periódico, indignarse y polemizar […] Si algo vale la pena oír o escuchar, es muy probable que valga la pena leer. Por encima de todo: encuentra tu propia voz».