Dado que los veranos de la infancia y la adolescencia son irrepetibles, porque son de puro descubrimiento, cuando pienso en los veranos en los que he podido combinar viajes, amistades y diversiones, junto a las lecturas o la escritura de un nuevo libro, me parecen con mucho los más apasionantes. Aunque me puedo equivocar y tratarse de una sensación, como de una foto retocada. Del verano quedan fotos inolvidables.

Los veranos en Dénia, con Eugeni Penalva y Caragh Halpin, eran casi perfectos, y cuando venían José Peris primero e Hipólito Alcaide, ya en 1976, hacíamos excursiones, en moto y bicicleta, visitas a Luis de la Cuadra y bajadas a Xàbia, baños en calas solitarias y cenas en buenos restaurantes, éramos tiernos y apasionados. A Dénia había ido mucho antes, con Pierre Piqueras, y volvería a ir con otros amigos, como Carlos Pineda, a casa de Artur Heras y al piso de los De la Cuadra, donde me llevó Jesús de la Cuadra. Luego, ya con Careli Vila, íbamos de recién casados a su apartamento en Las Rotas. Hasta llovía... Qué tardes de cine y paseos...

En el Perelló he leído mucho, he escrito, y he dormido poco. Iba al chalé de la familia y han venido muchos amigos, como Paco Martínez Rocamora, Hipólito Abad, Arturo Sanz, Salvador Llopis...Y no reniego de las veces que me he quedado en la Pobla de Farnals con Paco Martínez y Valen. Y en la Malva-rosa con José Puchades y con David Cortés, dos que llamaban la atención... En esos años iba a altas horas de la noche de juerga con Arturo Sanz y a veces con Eric Montesinos, bailando, bailando y bebiendo. Cerraba discotecas.

Y de mis veranos en Mallorca, con Jean-Pierre Olivier, el buen conde de Savella a quien presenté a Jorge Aguadé, y su hija María José Vivot, Joan Oliver, Rosa Capllonch, y José Manuel Blanco, a quien presenté a doña Sofía y fue luego jefe de seguridad de la Zarzuela, no me puedo quejar, casi perfectos, incluida la Copa del Rey, mis charlas con el Monarca o con su hijo y con Jaime Toubes, el comandante del Hispania. Mi mejor amigo en la dotación era Jaime Llinás.

Por pura inquietud me fui a Grecia, fueron dos veranos apasionantes con Stratos Tzortzoglou, el número uno de la escena y el cine griego, y además escribí en Santorini y Mikonos tres libros y conocí a Elia Kazan y a Ingmar Bergman. Preparé dos guiones y estuve en dos rodajes.

Por cambiar de aires, me afinqué en Toscana, donde sigo, con Francesca Duranti, Joseph Olshan, Arturo Capone, y un grupo de amigos en el que se agregó temporalmente Cesar Mateu y la condesa de Marone... La verdad, si hay un paraíso está allí a un tiro de Marina de Carrara. Y con una isla privada frente a Génova... Que no me digan que fue un sueño. Los Rosi son generosos conmigo desde 1992.

Hubo otros veranos, en Formentera, Ibiza, en Santander, en Ampurias, en Bled, en Viena, en Sissinhurt... Y de todos ellos guardo los mejores amigos, recuerdos y fotos.