WWF, una de las organizaciones de defensa medioambiental con mayor prestigio en el mundo, saludaba ayer con entusiasmo —aplaudía al menos, según un comunicado— el inicio de la demolición de una presa en el río Cofio, en Ávila. En 2009, WWF realizó un estudio en el que identificaba más de 7.000 «obstáculos» en los ríos españoles. Se trata en su mayoría de pequeños azudes de riego y diques hidroeléctricos, muchos de ellos en desuso, que la organización califica de «obsoletos e innecesarios». Su campaña «Liberando ríos», iniciada con el aval del informe, ha tenido un notable éxito. Aseguran que desde el comienzo de la campaña se han terminado 11 demoliciones y hay una veintena más en proceso. Sin embargo, su gran éxito ha sido convencer a la administración hidráulica del daño que generan estos diques en los ecosistemas fluviales y su biodiversidad. Muchos de estos diques dividen el hábitat de distintas especies e impiden que otras remonten hacia sus lugares de cría, entre otros impactos negativos.El Ministerio de Medio Ambiente ha incluido en sus programas de inversión el derribo de 125 infraestructuras repartidas por toda la geografía nacional, incluida la cuenca del Júcar.

En el polo opuesto, otras organizaciones conservacionistas—en este caso más vinculadas a la protección del patrimonio— han iniciado una campaña en defensa de los azudes tradicionales en la que además de los valores arqueológicos y patrimoniales, introducen también la aportación al medioambiente y a la biodiversidad de algunas de estas infraestructuras. Un ejemplo paradigmático en este conflicto, quizá más aparente que real, es el del antiguo Azud de la Marquesa, en el Júcar. Su demolición podría entrar de lleno en los objetivos de WWF. Su conservación entre los de diversos colectivos que, desde Banyeres (Alicante), han lanzado la voz de alerta sobre la destrucción del patrimonio hidráulico.