La Festa Estellés se le ocurrió al escritor Josep Lozano y en sólo dos ediciones —en torno a la fecha de nacimiento del poeta, el 4 de setiembre— ha logrado que cincuenta pueblos y ciudades se sumen a una convocatoria cultural que, básicamente, es un acto popular con algo de música y dulzaina, albades, sopar de l´orella, recital poético y conversación a la fresca bajo la luz de la luna que la noche del último sábado en Benimodo era un disco fluorescente redondo y pleno. Tocaron y cantaron los alcoyanos de Batà. Se notaba que los organizadores habían cogido práctica pues todo estaba mucho mejor montado que el año pasado. Vicent Andrés Estellés es el mejor poeta valenciano —en lengua propia— de los últimos quinientos años. Su poesía lo resiste todo, incluso el compromiso patriótico, la parrafada coloquial, la construcción dramática (que destrozaría cualquier otra poesía tramada con menos genio) y, por supuesto, la torrencialidad. Se es torrencial como se padece eyaculación precoz y dicen los expertos que para lo segundo hay remedio; para lo primero, lo dudo.

Además, Estellés vivió un poco asilado en Benimodo a partir del momento en que una cuadrilla de acémilas cuarteó a coces el busto que el ayuntamiento de su ciudad natal —Burjassot— había tenido a bien dedicarle. Incluso la hija y el nieto del poeta siguen vinculados a este pueblo de la Ribera, que también es el de mi amiga Didín Puig: gracias a ella pude gozar de un buen café del tiempo, que la velada se alargó y hasta yo me animé a leer unos versos que le dediqué a Emili Gisbert cuando murió, hace poco. Tenía a mi espalda y lo tenía con toda tranquilidad —no puedo decir lo mismo de todo el mundo— a mi amigo el poeta Lluís Roda, ganador de los Juegos Florales de Barcelona, muy orgulloso de su hija Duna, joven geóloga de talento.

Estellés es el poeta de la ropa tendida, el sexo furtivo, los aromas menestrales y la muerte presentida. Un elegíaco de primer orden. Y, mientras, en Sueca, mi pueblo, corriendo al toro Ratón, una especie de astro del reality show un poco menos cabestro que Belén Esteban.