A pesar de que hace sólo cuatro días (como quien dice) los responsables de Turisme estimulaban a los británicos con paellas en Londres, logrando que este colectivo sea el visitante principal de las costas mediterráneas, el brazo inglés de Greenpeace ha decretado un boicot al plato valenciano más internacional para protestar por la actividad de los arrastreros españoles. Por un lado, no es de extrañar. Da grima verlos de noche en los paseos marítimos, incandescentes tras un día de playa, devorando arroz con cualquier cosa y color amarillo. ¡Cómo van a tener un buen concepto de la paella! Vuelven a su país y ¡zas! Boicot. Vuelta al único plato que se les conoce: el cucurucho de pescado rebozado y patatas fritas en aceite sin identificar, «fish and chips», para los que han estudiado la lengua de Shakespeare. La próxima vez que vengan a colgarse de las torres de refrigeración de Cofrentes para pintarrajearlas habrá que invitarlos a un buen arroz. Y pobre López de Uralde-Equo.