Ante determinadas expresiones, es como para ponerse a temblar. ¿Dónde queda todo aquello de que "la violencia contra las mujeres es un problema generalizado que afecta a todos los países, con independencia de su grado de desarrollo, y se produce en todos los ámbitos de la sociedad"?.

Esta es una miseria social que no se reduce a sucesos aislados o puntuales, se trata de un problema con hondas raíces estructurales, cuya solución definitiva requerirá de un esfuerzo continuado de la sociedad en su conjunto.

La violencia contra las mujeres es un fenómeno social de múltiples dimensiones. Es la expresión de un orden social basado en la desigualdad, como consecuencia de la asignación de roles diferentes a las mujeres y a los hombres, en función de su sexo, y un reconocimiento distinto y superior para todo lo masculino.

La violencia, manifestación de la desigualdad entre géneros, es, por tanto, la fórmula a la que recurren muchos hombres para dominar a las mujeres y mantener sus privilegios, acarreando consecuencias terribles para las víctimas.

La comunidad internacional, y especialmente la del espacio europeo de la UE, ha reconocido que el problema de la violencia contra las mujeres constituye una violación de los derechos humanos fundamentales. Enfrentamos, por tanto, un atentado contra el derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad, a la dignidad y a la integridad física y psíquica de la víctima, que supone un gran obstáculo para el desarrollo de toda sociedad democrática.

Lo que hasta hace poco era considerado un problema familiar y, por tanto, perteneciente al ámbito privado, ha pasado a incluirse en el orden del día del debate político, tanto en el ámbito autonómico y nacional como internacional.

La lucha contra la violencia tiene un eje básico en las políticas de intervención social mediante la prevención de actos violentos. Fiamos una parte del cambio que necesitamos a la sensibilización de la población sobre la gravedad del problema y a una educación basada en la igualdad y no discriminación por razón de sexo. También mediante la sanción a cualquier conducta violenta, como otra forma de prevención, por su fuerza persuasiva.

La violencia contra las mujeres sólo puede erradicarse desde la prevención y el rechazo activo de toda la comunidad. Es preciso, por tanto, continuar desarrollando campañas de sensibilización, para que nadie continúe impasible ante actos que nos violentan a todos y todas.

Para que la lucha contra la violencia hacia las mujeres sea efectiva, todo el personal docente debe adquirir y poner sus conocimientos y actitudes al servicio de la igualdad. Se trata de un esfuerzo profesional y humano, que en educación siempre se ha de leer como una inversión e futuro.

En estos años hemos aprendido que todo el personal que interviene en la atención de las victimas ha de poseer una formación permanente y que es vital que el empresariado también reciba la formación adecuada para que las mujeres víctimas de malos tratos puedan contar con el apoyo necesario.

Si tenemos en cuenta que este año ya han muerto 69 mujeres por violencia machista, sólo cabe admitir que aún estamos muy lejos de que todos estos objetivos se cumplan. Por tanto, es más necesario que nunca que los servicios públicos de educación, sanidad, justicia, seguridad, asistenciales, etc., funcionen adecuadamente.

69 mujeres muertas no se merecen expresiones como: "Se hará lo que se pueda".

Secretaria de la Dona CCOO PV